-Oye déjame pasar-
-No-
-Pero yo quiero entrar-
-Que no- detrás de él se pusieron dos tipos más –que no puedes pasar-
-Pero si dijeron que era una ocupación cultural-
-Ahora somos un paro indefinido-
-Pero hueón yo quiero entrar a estudiar-
-Que esto lo hacemos por un mejor futuro-
-Si yo no entro a estudiar no tendré futuro-
-Solo te preocupas de ti, no te importa el resto-
-Pero si no ganan nada haciendo esto… llevamos casi el semestre sin clases-
-Pero ves que a los profesores le pagaron-
-Pero que sacamos que les paguen si se toman el colegio y no pueden hacer clases-
-Es por un mejor futuro-
-Que me hablas de futuro, tu apellido es Echaurren, hagas lo que hagas ya tienes donde caerte muerto yo no-
-Eres un pobre resentido-
-No! Solo quiero estudiar, yo necesito responder para llegar a tener algo-
-No piensas en tus compañeros-
-Sí pienso en ellos, ellos saben que tenemos que estudiar o hacer algo-
-Pero tendrán una mala educación-
-Puede ser, pero ahora no me dejas ni eso tener-
-Con esto presionamos al gobierno para que nos tome en cuenta-
-No, presionamos sentándonos fuera de la moneda o tratando de ir a la tele… no se, algo más que huear dentro del colegio-
-No sabes nada de política- se toco la cabeza
-Tú no sabes nada de querer salir adelante-
-Eres un pobre resentido, ya ándate- volvió a entrar al colegio, el otro muchacho se quedo en la reja, mirando como se le cerraba la puerta.
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Estos cabros tendrán clase hasta febrero
Thursday, June 18, 2009
Tuesday, June 16, 2009
Acción!
¿Cuantas capas tienen las personas?
Según el ogro verde somos como cebollas, asumo que es por el mal aliento que algunas dejan. Pero si se saben cocinar tienen buen gusto.
Pero nuestro ídolo popular no puede responder la pregunta. Bien considero que las personas tienen una mascara, pero para el teatro de la vida. Así los niños lloran cada vez que se asoman en este inmenso escenario de dementes, desde esa temprana edad te enseñan a cultivar la mascara y los deseos reprimidos para desenvolverte en el papel que iras escribiendo.
Luego cuando te toca debutar por primera vez, sonríes ante tu público, pero te abuchea. Eres aún más feliz, porque nadie ve cuando lloras.
Pasan los años y vuelves, esta vez con traje de payaso. Pero no te hace gracia, aunque todos se ríen de ti y creen que con entienden lo que paso. Esta vez el payaso vuelve a llorar, pero nadie lo ve; las lágrimas se ahogan en esa sonrisa agridulce.
Pasan los años y ahora te toca enfrentarte con otros actores, cantas canciones a un balcón y vuelve música de él. Sientes amor, pero no entiendes porque las mascaras van cambiando, pero el amor no. Así en giro brusco dramático, todos los personajes cambian de mascaras, no sabes a quien amabas, no sabes quien eres… ya no puedes confiar.
Pasan los años y vas de torero, tu capa es hermosa y estoque implacable. La bestia incomprendida, te embiste, bailas a su alrededor, sartas el estoque en su espalda. Pero no lo abates. Vuelta, se tira más enrabiado, eres menos hábil aunque ágil y lo evades. Pero vuelve a ti, esta vez ves sus ojos de dolor, atraviesa la mascara y te sientes desnudo. Débil. Aparece una vieja capa al frente tuyo y detiene a la bestia calmándola y no matándola. Admiras y quieres ser ese personaje.
Ahora tienes una capa vieja y una mascara usada, ideales manoseados. Años que no son tuyas y obligaciones autoimpuestas.
Vas por la vida, vuelves a cantar a un balcón, esta vez la música viene de las escaleras. Hermosa la musa, vinos dulces… el coro aúlla. Sientes amor, vuelves a seguir el guión, cumples con reglas impuestas. Bailas cuando te lo dicen. Ries cuando es debido. Caminas donde te indican. Terminas cuando se te dice, las mascaras cambian otra vez. Nada sigue igual, nada noto el cambio.
Sigues con una mascara compuesta. Pasas por la aventura, recorres el camino. Te dicen que te vuelves a enamorar, esta vez esta a tu lado. La música es hermosamente muda. Carente de infantilismo.
El escenario resplandece, todos los personajes corren de un lado otro, sigues el guión. Generas el drama: toca terminar el capitulo.
Esta vez te niegas… miras al director invisible, dejas caer la mascara en el reconocimiento de la humanidad. Tiras la capa a sus pies, muestra que eres joven. Votas el traje de payaso, ya que nadie se volverá a reír.
Por primera vez en toda esta historia quieres cambiarla, no seguirás el guión, no aceptaras los pasos, no te dirán donde bailar, ni que hacer.
Esta es la primera vez en tu vida, que no tienes que ocultar nada. Lloras riendo, mirando el vació del público, preguntándote ¿porqué me oculte tanto tiempo?
Según el ogro verde somos como cebollas, asumo que es por el mal aliento que algunas dejan. Pero si se saben cocinar tienen buen gusto.
Pero nuestro ídolo popular no puede responder la pregunta. Bien considero que las personas tienen una mascara, pero para el teatro de la vida. Así los niños lloran cada vez que se asoman en este inmenso escenario de dementes, desde esa temprana edad te enseñan a cultivar la mascara y los deseos reprimidos para desenvolverte en el papel que iras escribiendo.
Luego cuando te toca debutar por primera vez, sonríes ante tu público, pero te abuchea. Eres aún más feliz, porque nadie ve cuando lloras.
Pasan los años y vuelves, esta vez con traje de payaso. Pero no te hace gracia, aunque todos se ríen de ti y creen que con entienden lo que paso. Esta vez el payaso vuelve a llorar, pero nadie lo ve; las lágrimas se ahogan en esa sonrisa agridulce.
Pasan los años y ahora te toca enfrentarte con otros actores, cantas canciones a un balcón y vuelve música de él. Sientes amor, pero no entiendes porque las mascaras van cambiando, pero el amor no. Así en giro brusco dramático, todos los personajes cambian de mascaras, no sabes a quien amabas, no sabes quien eres… ya no puedes confiar.
Pasan los años y vas de torero, tu capa es hermosa y estoque implacable. La bestia incomprendida, te embiste, bailas a su alrededor, sartas el estoque en su espalda. Pero no lo abates. Vuelta, se tira más enrabiado, eres menos hábil aunque ágil y lo evades. Pero vuelve a ti, esta vez ves sus ojos de dolor, atraviesa la mascara y te sientes desnudo. Débil. Aparece una vieja capa al frente tuyo y detiene a la bestia calmándola y no matándola. Admiras y quieres ser ese personaje.
Ahora tienes una capa vieja y una mascara usada, ideales manoseados. Años que no son tuyas y obligaciones autoimpuestas.
Vas por la vida, vuelves a cantar a un balcón, esta vez la música viene de las escaleras. Hermosa la musa, vinos dulces… el coro aúlla. Sientes amor, vuelves a seguir el guión, cumples con reglas impuestas. Bailas cuando te lo dicen. Ries cuando es debido. Caminas donde te indican. Terminas cuando se te dice, las mascaras cambian otra vez. Nada sigue igual, nada noto el cambio.
Sigues con una mascara compuesta. Pasas por la aventura, recorres el camino. Te dicen que te vuelves a enamorar, esta vez esta a tu lado. La música es hermosamente muda. Carente de infantilismo.
El escenario resplandece, todos los personajes corren de un lado otro, sigues el guión. Generas el drama: toca terminar el capitulo.
Esta vez te niegas… miras al director invisible, dejas caer la mascara en el reconocimiento de la humanidad. Tiras la capa a sus pies, muestra que eres joven. Votas el traje de payaso, ya que nadie se volverá a reír.
Por primera vez en toda esta historia quieres cambiarla, no seguirás el guión, no aceptaras los pasos, no te dirán donde bailar, ni que hacer.
Esta es la primera vez en tu vida, que no tienes que ocultar nada. Lloras riendo, mirando el vació del público, preguntándote ¿porqué me oculte tanto tiempo?
Monday, June 15, 2009
Digiriendo
Alguien me dijo que comía mi alegría. Yo le dije que vomitaba mi tristeza. Otro sonrió dijo que esa era la digestión de mi vida.
Uno más me toco la cabeza, pregunto que ¿había ahí?, alguien que pasaba dijo nada y otro solo se limito a bajar la cabeza. Llego una mujer me tomo el corazón y lo alzo, yo por no tener cuidado tire el suyo y ella dejo caer el mió.
Ahora trato de limpiar todo, mientras vomito todo lo que comí, sin dejar de pensar como corregir el error que cometí.
Uno más me toco la cabeza, pregunto que ¿había ahí?, alguien que pasaba dijo nada y otro solo se limito a bajar la cabeza. Llego una mujer me tomo el corazón y lo alzo, yo por no tener cuidado tire el suyo y ella dejo caer el mió.
Ahora trato de limpiar todo, mientras vomito todo lo que comí, sin dejar de pensar como corregir el error que cometí.
La redencion del Dragón
Todas las historias están enlazadas, aunque no siempre lo parezca.
El día de hoy voy a contar una historia que parece ser inventada, pero alguien me lo contó en un sueño y si la gente no les quiere creer, no por eso dejan de ser ciertos.
Era un mundo joven con costumbres nuevas, de cielos rojizos y de mares verdes. De criaturas gigantescas y magia latente.
En ese mundo había un hombre muy enamorado de una estrella, que bajaba todos los días a comprar verduras. Tiene piel color canela y una suave voz, pero el carácter de un señora, estricta y servil.
Nuestro hombre enamorado no era más que un joven filólogo, entenderán que un oficio así, no tenía mucho sentido en una tierra donde el idioma aun se formaba en vagos sonidos universales. Pero él en sueños soñaba con una tierra rica en sonidos y significados, donde el lenguaje tenía gran importancia y valor para los seres de ese mundo y su historia.
Pero por lo extraño de su oficio, no se atrevía acercarse a su estrella. Le sonreía, buscaba topársela, le dejaba rosas a su pasar, solía pagar sus cuentas sin que ella lo descubriera.
Así paso algún tiempo, hasta que las cosas comenzaron a cambiar, las estrellas empezaban a volver a su telar, ya habían terminado su paso en esta tierra. Nuestro joven amigo no quería que eso sucediera, así que comenzó todas las noches a destejer el telar que con tanto esmero ponían en el cielo todas las noches. Era un día más que podía verla, un momento más que podía tenerla… a la distancia.
Pasaron así los años, hasta que lo descubrieron. Fue sometido a un tribunal, donde apelo a que no vio las consecuencias, donde dijo que estaba enamorado, que no tuvo el valor de decir lo que pasaba. Así que prefiero darse el tiempo, para adquirir el valor, pero este nunca llego.
Las estrellas meditaron y consultaron a su estrella, que de rabia y odio lo repudio.
Entonces por su oficio y su crimen, su castigo debía ser algo que los hombres no olvidaran, que temieran, hasta que las estrellas estimen lo contrario.
Entonces el muchacho fue transformado en un dragón, pero no en aquellos que volaban de vez en cuando su ciudad, sino un dragón eterno encadenado a los sueños de los hombres.
Así pasaron miles de millones de años, aparecieron y desaparecieron distintas razas de hombres y pero todos lo recordaban, algunos lo veneraba otros los endemoniaba. Pero era parte de ellos, era parte de lo hombres ese dragón.
Que cuando todos duermen, lo ven tratando de alcanzar las estrellas en busca de un beso redentor.
La redención que es la moraleja de estos hombres, que hasta que no comprendan eso, ese pobre dragón será una sombra de su propio error.
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Busco la estrella que esta escondida en esas nubes
El día de hoy voy a contar una historia que parece ser inventada, pero alguien me lo contó en un sueño y si la gente no les quiere creer, no por eso dejan de ser ciertos.
Era un mundo joven con costumbres nuevas, de cielos rojizos y de mares verdes. De criaturas gigantescas y magia latente.
En ese mundo había un hombre muy enamorado de una estrella, que bajaba todos los días a comprar verduras. Tiene piel color canela y una suave voz, pero el carácter de un señora, estricta y servil.
Nuestro hombre enamorado no era más que un joven filólogo, entenderán que un oficio así, no tenía mucho sentido en una tierra donde el idioma aun se formaba en vagos sonidos universales. Pero él en sueños soñaba con una tierra rica en sonidos y significados, donde el lenguaje tenía gran importancia y valor para los seres de ese mundo y su historia.
Pero por lo extraño de su oficio, no se atrevía acercarse a su estrella. Le sonreía, buscaba topársela, le dejaba rosas a su pasar, solía pagar sus cuentas sin que ella lo descubriera.
Así paso algún tiempo, hasta que las cosas comenzaron a cambiar, las estrellas empezaban a volver a su telar, ya habían terminado su paso en esta tierra. Nuestro joven amigo no quería que eso sucediera, así que comenzó todas las noches a destejer el telar que con tanto esmero ponían en el cielo todas las noches. Era un día más que podía verla, un momento más que podía tenerla… a la distancia.
Pasaron así los años, hasta que lo descubrieron. Fue sometido a un tribunal, donde apelo a que no vio las consecuencias, donde dijo que estaba enamorado, que no tuvo el valor de decir lo que pasaba. Así que prefiero darse el tiempo, para adquirir el valor, pero este nunca llego.
Las estrellas meditaron y consultaron a su estrella, que de rabia y odio lo repudio.
Entonces por su oficio y su crimen, su castigo debía ser algo que los hombres no olvidaran, que temieran, hasta que las estrellas estimen lo contrario.
Entonces el muchacho fue transformado en un dragón, pero no en aquellos que volaban de vez en cuando su ciudad, sino un dragón eterno encadenado a los sueños de los hombres.
Así pasaron miles de millones de años, aparecieron y desaparecieron distintas razas de hombres y pero todos lo recordaban, algunos lo veneraba otros los endemoniaba. Pero era parte de ellos, era parte de lo hombres ese dragón.
Que cuando todos duermen, lo ven tratando de alcanzar las estrellas en busca de un beso redentor.
La redención que es la moraleja de estos hombres, que hasta que no comprendan eso, ese pobre dragón será una sombra de su propio error.
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Busco la estrella que esta escondida en esas nubes
Sunday, June 14, 2009
Descuidando necesidades
Estaba sentado en el parque, ya cansado de recriminarse sin lograr nada. Sin poder dar con una solución lógica, estaba ya abandonado a su fe, a una esperanza que quería iluminar más que la ceguera que lo llevo a cometer su error.
Solo tenía la necesidad de enmendarse, pero ante eso solo debía esperar. Esperar como lo hacen los árboles, hasta que caminan, pero nadie los ve porque nadie atiende las necesidades del resto. Pocos se detienen a verlo y menos que esos ayudan a satisfacer esas necesidades.
La necedad de muchos no ven el milagro, que él observa cada vez que se tira en esa banca, cada vez que espera que uno se mueva. La necesidad de los seres inertes es moverse, es vivir más allá de sus raíces. Conocía alguien de cualidades similares, capaz de moverlas de regiones de abundante agua a unas más áridas. En ese movimiento, la vio.
Como ahora ve ese árbol caminar entre pequeños juegos infantiles, para buscar un mejor lugar para observar, entenderse. Esos árboles se mueven durante días, nadie escucha sus impresionantes pasos. Ni sus murmullos, que son letras no muertas.
A pesar que él siempre trata de ver, no vio lo que pierdo, cuando se cegó. Nunca supuso lo difícil lo que era aceptar un error.
Recordaba su árbol, hermoso y poderoso, aunque pequeño; ahora marchito.
Una vez que el árbol llego al lado de los columpios se sentó, estableció sus raíces, se acercó y le pregunto ¿por qué ahí?, pero los árboles no escuchan, eso lo hacía solo el suyo. Así que se resigno solo a ver lo que miraba el viejo árbol. Eran los columpios, sintió la metáfora encarnarse en su piel, la eterna metáfora de la vida (el ir y venir, en un balanceo).
No fue mucho más que un breve consuelo, solo deseaba que su árbol volviera a florecer, solo deseaba la oportunidad de que volvieran a creer.
Volvió a sentarse, a esperar, no había nada que hacer por lo hecho esta.
El árbol se compadeció de su semblante de tristeza, le regalo una amapola.
Pero no la vio, seguía esperando volver en el columpio, que su pequeña tormenta terminara.
Solo tenía la necesidad de enmendarse, pero ante eso solo debía esperar. Esperar como lo hacen los árboles, hasta que caminan, pero nadie los ve porque nadie atiende las necesidades del resto. Pocos se detienen a verlo y menos que esos ayudan a satisfacer esas necesidades.
La necedad de muchos no ven el milagro, que él observa cada vez que se tira en esa banca, cada vez que espera que uno se mueva. La necesidad de los seres inertes es moverse, es vivir más allá de sus raíces. Conocía alguien de cualidades similares, capaz de moverlas de regiones de abundante agua a unas más áridas. En ese movimiento, la vio.
Como ahora ve ese árbol caminar entre pequeños juegos infantiles, para buscar un mejor lugar para observar, entenderse. Esos árboles se mueven durante días, nadie escucha sus impresionantes pasos. Ni sus murmullos, que son letras no muertas.
A pesar que él siempre trata de ver, no vio lo que pierdo, cuando se cegó. Nunca supuso lo difícil lo que era aceptar un error.
Recordaba su árbol, hermoso y poderoso, aunque pequeño; ahora marchito.
Una vez que el árbol llego al lado de los columpios se sentó, estableció sus raíces, se acercó y le pregunto ¿por qué ahí?, pero los árboles no escuchan, eso lo hacía solo el suyo. Así que se resigno solo a ver lo que miraba el viejo árbol. Eran los columpios, sintió la metáfora encarnarse en su piel, la eterna metáfora de la vida (el ir y venir, en un balanceo).
No fue mucho más que un breve consuelo, solo deseaba que su árbol volviera a florecer, solo deseaba la oportunidad de que volvieran a creer.
Volvió a sentarse, a esperar, no había nada que hacer por lo hecho esta.
El árbol se compadeció de su semblante de tristeza, le regalo una amapola.
Pero no la vio, seguía esperando volver en el columpio, que su pequeña tormenta terminara.
Saturday, June 13, 2009
La soberbia de la espada
El viento quemaba su piel, aún insistía en exponerse a esas condiciones casi sin protección.
El yermo era implacable, pocos sobrevivían ahí, especialmente solos.
Tuvimos que contratarlo para llegar a la caravana de mi padre, para buscar a la mujer que debería desposar. Nunca me han dejado elegir, siempre a la sombra de hombre viejo y caprichoso que se hace llamar mi padre, porque jamás me ha dicho su nombre.
-Es hora de avanzar, los gusanos duermen-
-Sí- respondí automáticamente
Tomamos los camellos, me despedí de mi madre con un gesto de mano, quedaría atada a las tierras que mi padre encomendó a ella nunca más tendría derecho a verla.
Él ni siquiera volteo. Meses esperando este momento y nunca se relaciono con nadie, vivía en las caballerizas, sino estaba viendo el yermo, como buscando algo.
-¿A cuanto estamos de mi padre?-
-4 días, lo encontraremos en el Oasis-
-Tanto- replique
-Podemos cruzar por el lago fantasma ahorraríamos 2 días, pero nadie sale con vida de ahí- respondió en un tono seco
Calle y lo miré fijamente. Maldito y vulgar trotamundos como se atreve a tratarme así.
-No me mires con esos ojos, estoy obligado a llevarte, pero no estoy obligado aguantar tus berrinches- pareció sonreír al decir eso.
Quizás si huyera he hiciera mi vida como un desconocido, total siempre alguien te refregara su poder en la cara, nadie tiene respeto.
Cabalgamos hasta el amanecer sin decir ninguna palabra, yo lo seguía atentamente, aunque quería huir pero no podía hacerlo, entre los gusanos y las arañas no duraría ni dos horas a la deriva en ese mar de arena.
-Nos detendremos a descansar los animales necesitan alimentarse y necesitas dormir-
Me baje del camello, espere que montara la tienda. Entre y me quite mis ropas, descubrí mi rostro y mis brazos, me tendí en el piso. Pero no podía dormir.
-¿Por qué no te proteges?-
-¿Por qué no duermes?-
-No puedo, ahora respóndeme tú-
-¿Siempre eres tan intransigente?-
-A veces-
-Descansaré afuera, partiremos en dos horas-
Me preguntaba como será la mujer, espero que bella, no soportaría que fuera de otra forma. En ese divagar pude dormir.
Desperté en una hora exacta, el me vio y partimos, los animales habían recuperado fuerzas.
Cabalgamos por el infinito, el cielo tocaba la arena y la arena atrapaba el cielo. El sol era incandescente, parecía verter cierto odio en ese calor que nos secaba. Era un sol enamorado del mar, el mismo que nos había abandonado hace varios cientos de años, parece tanto tiempo que nadie esta seguro que existió o no, estamos en las puertas de la muerte de la realidad y el nacimiento del mito.
Cabalgamos hasta el anochecer. Esta vez si estaba exhausto.
-Descansaremos esta noche-
-Tengo hambre- saque de mi bolso unas tiras de carne seca y un poco de agua
-Provecho- el saco unas raíces y comenzó a chuparlas
El día siguiente corrimos más rápido que el anterior. No se si fue el calor o mi propia estupidez, pero en un delirio empecé a cabalgar en otra dirección en busca de mi libertad.
Solo basto una colina y unos minutos cabalgando a ciegas, ya estaba en manos del desierto, su arena y su sol.
Seguí cabalgando en busca de un camino, pero no pude encontrar nada. Nada. Ese desierto no tenía horizontes, se consumía a la distancia sin distinguir nada. Nada quedaba en esas arenas, la desesperación se apodero de mí y comencé a gritar, grave error.
-¡AUXILIO¡- otra vez pero más fuerte -¡AUUUXILIO¡- el piso comenzó a temblar apareció un gusano, caí del camello, que emprendió una retirada solitaria. Saque mi espada, me puse en posición para hacerle frente. Era insignificante ante inmenso insecto, pero no dure ni una embestida, cuando dejo caer su cuerpo y salí despedido por los aires. Pensé que era el fin, cuando apareció y se puso frente mío, miró al gusano y lo hizo retroceder. Mientras iba caminando el monstruo iba retrocediendo, cada paso que él daba, intimidaba a la gigantesca fiera. Finalmente emprendió la huída.
No me dijo nada, solo me miró y se subió a cu camello. Estaba emprendiendo la marcha.
-Detente, por favor detente- me puse a llorar- llévame con mi padre
Se detuvo y me miró más duramente que la primera vez
-¿Por qué huiste si sabía que ibas morir solo?-
-No lo sé- caí al piso y lloraba- supongo que el calor me saco de mí-
-Eso no pasa… DIME TU RAZÓN- en ese grito pareció que se detuvo el viento
-No quería asumir que soy una sombra, miserable sin don de mando, hijo de un mercader donde radica mi voluntad. No me respetan mis hermanos, ni mis padres, ni tú- chille
-No, huiste, por cobarde, eso se llama errar. Te equivocaste, esa la vida desde siempre, desde antes del mar, de antes de la conciencia. Errar es fácil, son solo momentos de poca lucidez y caes, pero solo caes cuando eres débil. Eso es lo importante, dime ¿harás que este error te haga más débil o más fuerte?-
Lo quede mirando con un sentimiento de admiración, con el deseo de superarlo. Sus ojos duros pero comprensivos, me hicieron entender que el había cometido errores, que no era diferente a mí, salvo que él se había hecho fuerte.
-Fuer…te- titubeé, baje la cabeza -FUERTE- le grite
-Bien, entonces vamos-
Cabalgamos sin parar hasta llegar al oasis. No me dijo nada, solo que esta vez lo sentía más cercano, sentí que estábamos unidos por una extraña razón.
Al llegar al campamento de mi padre.
-Gracias por todo-
-Es mi trabajo chico-
-Hasta pronto- me di media vuelta
-¿Sabes porque no me protejo?- me di la vuelta completa –Es que por un error yo perdí alguien muy preciado en el yermo, desde entonces soy uno con este terreno y no debo protegerme de mí… no podría levantarme de mi errores-
Sonrió y partió hacía las arenas.
Miré la carpa donde estaba mi padre, esta vez caminaba erguido y decidido, fuera lo que fuere, no debía asustarme ni intimidarme más que la solución misma.
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La fuerza de la metafora
Anhela la esperanza
El yermo era implacable, pocos sobrevivían ahí, especialmente solos.
Tuvimos que contratarlo para llegar a la caravana de mi padre, para buscar a la mujer que debería desposar. Nunca me han dejado elegir, siempre a la sombra de hombre viejo y caprichoso que se hace llamar mi padre, porque jamás me ha dicho su nombre.
-Es hora de avanzar, los gusanos duermen-
-Sí- respondí automáticamente
Tomamos los camellos, me despedí de mi madre con un gesto de mano, quedaría atada a las tierras que mi padre encomendó a ella nunca más tendría derecho a verla.
Él ni siquiera volteo. Meses esperando este momento y nunca se relaciono con nadie, vivía en las caballerizas, sino estaba viendo el yermo, como buscando algo.
-¿A cuanto estamos de mi padre?-
-4 días, lo encontraremos en el Oasis-
-Tanto- replique
-Podemos cruzar por el lago fantasma ahorraríamos 2 días, pero nadie sale con vida de ahí- respondió en un tono seco
Calle y lo miré fijamente. Maldito y vulgar trotamundos como se atreve a tratarme así.
-No me mires con esos ojos, estoy obligado a llevarte, pero no estoy obligado aguantar tus berrinches- pareció sonreír al decir eso.
Quizás si huyera he hiciera mi vida como un desconocido, total siempre alguien te refregara su poder en la cara, nadie tiene respeto.
Cabalgamos hasta el amanecer sin decir ninguna palabra, yo lo seguía atentamente, aunque quería huir pero no podía hacerlo, entre los gusanos y las arañas no duraría ni dos horas a la deriva en ese mar de arena.
-Nos detendremos a descansar los animales necesitan alimentarse y necesitas dormir-
Me baje del camello, espere que montara la tienda. Entre y me quite mis ropas, descubrí mi rostro y mis brazos, me tendí en el piso. Pero no podía dormir.
-¿Por qué no te proteges?-
-¿Por qué no duermes?-
-No puedo, ahora respóndeme tú-
-¿Siempre eres tan intransigente?-
-A veces-
-Descansaré afuera, partiremos en dos horas-
Me preguntaba como será la mujer, espero que bella, no soportaría que fuera de otra forma. En ese divagar pude dormir.
Desperté en una hora exacta, el me vio y partimos, los animales habían recuperado fuerzas.
Cabalgamos por el infinito, el cielo tocaba la arena y la arena atrapaba el cielo. El sol era incandescente, parecía verter cierto odio en ese calor que nos secaba. Era un sol enamorado del mar, el mismo que nos había abandonado hace varios cientos de años, parece tanto tiempo que nadie esta seguro que existió o no, estamos en las puertas de la muerte de la realidad y el nacimiento del mito.
Cabalgamos hasta el anochecer. Esta vez si estaba exhausto.
-Descansaremos esta noche-
-Tengo hambre- saque de mi bolso unas tiras de carne seca y un poco de agua
-Provecho- el saco unas raíces y comenzó a chuparlas
El día siguiente corrimos más rápido que el anterior. No se si fue el calor o mi propia estupidez, pero en un delirio empecé a cabalgar en otra dirección en busca de mi libertad.
Solo basto una colina y unos minutos cabalgando a ciegas, ya estaba en manos del desierto, su arena y su sol.
Seguí cabalgando en busca de un camino, pero no pude encontrar nada. Nada. Ese desierto no tenía horizontes, se consumía a la distancia sin distinguir nada. Nada quedaba en esas arenas, la desesperación se apodero de mí y comencé a gritar, grave error.
-¡AUXILIO¡- otra vez pero más fuerte -¡AUUUXILIO¡- el piso comenzó a temblar apareció un gusano, caí del camello, que emprendió una retirada solitaria. Saque mi espada, me puse en posición para hacerle frente. Era insignificante ante inmenso insecto, pero no dure ni una embestida, cuando dejo caer su cuerpo y salí despedido por los aires. Pensé que era el fin, cuando apareció y se puso frente mío, miró al gusano y lo hizo retroceder. Mientras iba caminando el monstruo iba retrocediendo, cada paso que él daba, intimidaba a la gigantesca fiera. Finalmente emprendió la huída.
No me dijo nada, solo me miró y se subió a cu camello. Estaba emprendiendo la marcha.
-Detente, por favor detente- me puse a llorar- llévame con mi padre
Se detuvo y me miró más duramente que la primera vez
-¿Por qué huiste si sabía que ibas morir solo?-
-No lo sé- caí al piso y lloraba- supongo que el calor me saco de mí-
-Eso no pasa… DIME TU RAZÓN- en ese grito pareció que se detuvo el viento
-No quería asumir que soy una sombra, miserable sin don de mando, hijo de un mercader donde radica mi voluntad. No me respetan mis hermanos, ni mis padres, ni tú- chille
-No, huiste, por cobarde, eso se llama errar. Te equivocaste, esa la vida desde siempre, desde antes del mar, de antes de la conciencia. Errar es fácil, son solo momentos de poca lucidez y caes, pero solo caes cuando eres débil. Eso es lo importante, dime ¿harás que este error te haga más débil o más fuerte?-
Lo quede mirando con un sentimiento de admiración, con el deseo de superarlo. Sus ojos duros pero comprensivos, me hicieron entender que el había cometido errores, que no era diferente a mí, salvo que él se había hecho fuerte.
-Fuer…te- titubeé, baje la cabeza -FUERTE- le grite
-Bien, entonces vamos-
Cabalgamos sin parar hasta llegar al oasis. No me dijo nada, solo que esta vez lo sentía más cercano, sentí que estábamos unidos por una extraña razón.
Al llegar al campamento de mi padre.
-Gracias por todo-
-Es mi trabajo chico-
-Hasta pronto- me di media vuelta
-¿Sabes porque no me protejo?- me di la vuelta completa –Es que por un error yo perdí alguien muy preciado en el yermo, desde entonces soy uno con este terreno y no debo protegerme de mí… no podría levantarme de mi errores-
Sonrió y partió hacía las arenas.
Miré la carpa donde estaba mi padre, esta vez caminaba erguido y decidido, fuera lo que fuere, no debía asustarme ni intimidarme más que la solución misma.
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La fuerza de la metafora
Anhela la esperanza
Friday, June 12, 2009
Ejecución del caos
Imaginemos por un segundo lo pequeño que es la punta de un alfiler, no digo el tramo donde da la punta, sino simplemente la punta. Ese fragmento que es lo suficientemente fino, como para abrir un poro. Ahora ese alfiler se encarna en una cuerda, que la corta, que libera una abeja, que vuela por una ventana y se sube a la cabina de un barco, pincha al timonero, desarrolla una reacción alérgica y no puede controlar el barco, desvía la ruta y atropella la última sirena del mar, así muere en el caos un ser que no existe.
Todo por la punta del alfiler, pero en realidad no, si pensamos bien tendremos a ver el resto de las cosas por ejemplo ¿Quién movió el alfiler? ¿Cómo una abeja estaba atada? ¿Por qué la abeja persiguió al barco en vez de una flor? ¿Cómo fue que el timonero era alérgico a la abeja? ¿Por qué la abeja se suicida picando al timonero? ¿Qué hacia una sirena tan a la superficie?
Es que cada vez que hacemos algo vamos poniendo un domino, cada gran cosa que hacemos tiene repercusiones como su tamaño y de esa forma se van estableciendo gigantescos hitos, que se van ordenando. Aunque cuando hacemos lo que debemos hacer, eso que para el cosmos le resulta lo más grato de ver, en esos casos no extendemos un domino, sino establecemos el cierre de las fichas de domino anteriores.
De esa forma caminamos a la sombra de estos hechos, cuando ya por fin podemos salir de ese manto extenso que nos cubre, pensamos en algo, pensando que nuestros antiguos errores no nos darán caza a donde estamos. Pero cuan equivocado estamos, ese acto desencadena la caída de todas las fichas de domino, caen una tras otra, sin poder impedirlo, como si ese último acto viajara al primer acto que se ejecuto, desencadena todo. Todo por un instante se siente vinculado, por un momento todo tiene sentido y uno observa impotente sin poder hacer nada.
Un niño ata una abeja, porque su padre desapareció en el mar. El niño la libera para que lo vaya a buscar a su padre, la abeja es atraída por el aroma de un oficial de un barco de carga. Se esconde en la cabina del timón. El timonero la confunde con una mosca y trata de matarla y falla, la abeja lo pica en la mano, el marino ignora que su padre era alérgico a las abejas y ese día lo descubre. Antes de caer al piso, el marinero cambia de rumbo. Una sirena sale a la superficie, después de haber dejado a un viejo marinero en el fondo del mar, que envidio por tener un hijo y una mujer que lo amara. En la superficie la sirena sonrió por que ningún hombre sabía como dañarla, aun este viejo marinero quiso resistirse, pero se siento embriagado por su dulce voz. En esa soberbia la sirena no percata la llegada de un gigante de hierro que la aplasta sin piedad.
La sirena levanto una ficha de domino y huyo de ella y con su soberbia volvió a su primer acto de envidia, el primero de su vida hace cientos años, donde los mares aún eran jóvenes, sintió envidia de los hombres por caminar. Solo de envidia atacaba a los hombres lanzándoles panales de abejas. Años más tarde aprendió a cantar y de vez en cuando traía un hombre para dejarlo en el fondo del mar.
Esas fueron sus fichas, en cambio un niño, en inocencia quiso encontrar a su padre, misión que se la encargo a un heraldo, que no tenía idea de la misión a ejecutar. Pero el niño obro así porque lo sintió, se libero de su pena, el genero el fin de un circulo que no tenía idea.
El caos no es que un acto repercuta al infinito en otros; sino que reúne circunstancias inconexas las ejecuta como una sola.
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Asumiendo y esperando
volviendo a gritar al vacio cibernetico
Todo por la punta del alfiler, pero en realidad no, si pensamos bien tendremos a ver el resto de las cosas por ejemplo ¿Quién movió el alfiler? ¿Cómo una abeja estaba atada? ¿Por qué la abeja persiguió al barco en vez de una flor? ¿Cómo fue que el timonero era alérgico a la abeja? ¿Por qué la abeja se suicida picando al timonero? ¿Qué hacia una sirena tan a la superficie?
Es que cada vez que hacemos algo vamos poniendo un domino, cada gran cosa que hacemos tiene repercusiones como su tamaño y de esa forma se van estableciendo gigantescos hitos, que se van ordenando. Aunque cuando hacemos lo que debemos hacer, eso que para el cosmos le resulta lo más grato de ver, en esos casos no extendemos un domino, sino establecemos el cierre de las fichas de domino anteriores.
De esa forma caminamos a la sombra de estos hechos, cuando ya por fin podemos salir de ese manto extenso que nos cubre, pensamos en algo, pensando que nuestros antiguos errores no nos darán caza a donde estamos. Pero cuan equivocado estamos, ese acto desencadena la caída de todas las fichas de domino, caen una tras otra, sin poder impedirlo, como si ese último acto viajara al primer acto que se ejecuto, desencadena todo. Todo por un instante se siente vinculado, por un momento todo tiene sentido y uno observa impotente sin poder hacer nada.
Un niño ata una abeja, porque su padre desapareció en el mar. El niño la libera para que lo vaya a buscar a su padre, la abeja es atraída por el aroma de un oficial de un barco de carga. Se esconde en la cabina del timón. El timonero la confunde con una mosca y trata de matarla y falla, la abeja lo pica en la mano, el marino ignora que su padre era alérgico a las abejas y ese día lo descubre. Antes de caer al piso, el marinero cambia de rumbo. Una sirena sale a la superficie, después de haber dejado a un viejo marinero en el fondo del mar, que envidio por tener un hijo y una mujer que lo amara. En la superficie la sirena sonrió por que ningún hombre sabía como dañarla, aun este viejo marinero quiso resistirse, pero se siento embriagado por su dulce voz. En esa soberbia la sirena no percata la llegada de un gigante de hierro que la aplasta sin piedad.
La sirena levanto una ficha de domino y huyo de ella y con su soberbia volvió a su primer acto de envidia, el primero de su vida hace cientos años, donde los mares aún eran jóvenes, sintió envidia de los hombres por caminar. Solo de envidia atacaba a los hombres lanzándoles panales de abejas. Años más tarde aprendió a cantar y de vez en cuando traía un hombre para dejarlo en el fondo del mar.
Esas fueron sus fichas, en cambio un niño, en inocencia quiso encontrar a su padre, misión que se la encargo a un heraldo, que no tenía idea de la misión a ejecutar. Pero el niño obro así porque lo sintió, se libero de su pena, el genero el fin de un circulo que no tenía idea.
El caos no es que un acto repercuta al infinito en otros; sino que reúne circunstancias inconexas las ejecuta como una sola.
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Asumiendo y esperando
volviendo a gritar al vacio cibernetico
Tuesday, June 02, 2009
El valor del atardecer
-Hace tiempo que no te escuchaba hablar así- le dijo mientras sonreía
-Quizás hace tiempo que no me sentía así- se dejo caer en la silla -¿quieres ir a tomar algo?
-No veo porque no-
-Toma la plata, te espero- esbozo una sonrisa enorme
-No… hueón barsa-
-Bueno bueno… te acompaño, así no se reciben las visitas-
Salieron, hablaban de trivialidades, que son las cosas realmente importantes de la vida. Que importa en realidad si Dios existe o no; es mucho menos relevante entender el funcionamiento del universo que no comprender a la persona que tenemos al lado. Es ridículo como los legalistas normativizan el accionar humano, siendo que este es ilimitado y complejo, no debemos generar un cubo de accionar sino una luz a seguir, esperanza.
Es más importante para este par de amigos, saber que siente el uno y el otro, para apoyarlo y cuidarlo.
Llegaron a la botellería, compraron unas cervezas. Pasaron dos pares de piernas espectaculares y unos chiflidos de la construcción los seguían.
-¿Estas seguro?-
-Nunca lo estoy, pero si esperara estarlo, jamás haría nada-
-Eso es cierto… toma acá esta el vuelto- le estiro la mano con unas monedas
-Vale, cabro- las guardo en el bolsillo -¿Y tu que harás?-
-No lo se, estoy bien como estoy-
-¿Acosado?-
-Jajajaja, no si nunca tanto-
-Pero bueno, ¿feliz?-
-Sí, y tú-
-Sí y mucho, no es tan solo por haberme topado con ellas, sino que también he sentido que de ha poco he renacido. Me desespera a veces la falta de fuerza, pero el hecho de volver a ser un niño, significa eso… volver a ser vulnerable y carecer de voluntad-
-Realmente me alegra escucharlo- se rasco la barbilla y le pregunto -¿enamorado?
-No por primera vez, ni por última. Pero sigue siendo mi único amor, que nace por un noble corazón-
-No sabes cuanto me desesperas cuando hace rimas, a veces no te entiendo-
-Sí, estoy feliz y enamorado… es casi como quedar fuera de combate por una pelea-
-No has peleado tanto como para hacer ese tipo de comparación-
-Ya para-
-Vale vale-
Unas cervezas más tarde ya no tenían ni ganas de hablar, se limitaban a recordar cosas y reír.
Imaginar que dos personas tan diferentes sean tan afines por circunstancias disímiles, aunque suene complicado es la diferencia de perspectivas que los une. Es hora que se entienda que aunque diferentes, esperan con fe que el otro este bien. Quizás no es mucho lo que se pueda hacer día a día, pero unas cervezas y un poco de camaradería vale la pena para esperar con un poco más reluciente el siguiente amanecer.
-Quizás hace tiempo que no me sentía así- se dejo caer en la silla -¿quieres ir a tomar algo?
-No veo porque no-
-Toma la plata, te espero- esbozo una sonrisa enorme
-No… hueón barsa-
-Bueno bueno… te acompaño, así no se reciben las visitas-
Salieron, hablaban de trivialidades, que son las cosas realmente importantes de la vida. Que importa en realidad si Dios existe o no; es mucho menos relevante entender el funcionamiento del universo que no comprender a la persona que tenemos al lado. Es ridículo como los legalistas normativizan el accionar humano, siendo que este es ilimitado y complejo, no debemos generar un cubo de accionar sino una luz a seguir, esperanza.
Es más importante para este par de amigos, saber que siente el uno y el otro, para apoyarlo y cuidarlo.
Llegaron a la botellería, compraron unas cervezas. Pasaron dos pares de piernas espectaculares y unos chiflidos de la construcción los seguían.
-¿Estas seguro?-
-Nunca lo estoy, pero si esperara estarlo, jamás haría nada-
-Eso es cierto… toma acá esta el vuelto- le estiro la mano con unas monedas
-Vale, cabro- las guardo en el bolsillo -¿Y tu que harás?-
-No lo se, estoy bien como estoy-
-¿Acosado?-
-Jajajaja, no si nunca tanto-
-Pero bueno, ¿feliz?-
-Sí, y tú-
-Sí y mucho, no es tan solo por haberme topado con ellas, sino que también he sentido que de ha poco he renacido. Me desespera a veces la falta de fuerza, pero el hecho de volver a ser un niño, significa eso… volver a ser vulnerable y carecer de voluntad-
-Realmente me alegra escucharlo- se rasco la barbilla y le pregunto -¿enamorado?
-No por primera vez, ni por última. Pero sigue siendo mi único amor, que nace por un noble corazón-
-No sabes cuanto me desesperas cuando hace rimas, a veces no te entiendo-
-Sí, estoy feliz y enamorado… es casi como quedar fuera de combate por una pelea-
-No has peleado tanto como para hacer ese tipo de comparación-
-Ya para-
-Vale vale-
Unas cervezas más tarde ya no tenían ni ganas de hablar, se limitaban a recordar cosas y reír.
Imaginar que dos personas tan diferentes sean tan afines por circunstancias disímiles, aunque suene complicado es la diferencia de perspectivas que los une. Es hora que se entienda que aunque diferentes, esperan con fe que el otro este bien. Quizás no es mucho lo que se pueda hacer día a día, pero unas cervezas y un poco de camaradería vale la pena para esperar con un poco más reluciente el siguiente amanecer.
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