Sunday, August 13, 2006

Preludio


Entre la lluvia, un recuerdo se deposito en mi café. Aquellos años yo era joven, creo que estaba tomando un café también o pudo haber sido perfectamente un vaso de ron, pero no estaba en mi dormitorio, sino en el suyo, completamente empapado, donde ella vivía solía inundarse aunque cayeran cuatro gotas, pienso ahora que ese evento no es tan insignificante como solía hacerme creer, porque ahora el dolor de mi espalda no me abandona.
-Es tarde viejo vamos a la cama--Bueno mi niña, termino el café y te voy hacer de guatero--¿Niña? No crees que ya ha pasado mucho de eso-
-Para nada siempre serás más joven que yo y por ende siempre serás mi niña-
-A ti los años no te cambian-
-Claro fuera así no sería yo-
-Ya pero tomate ese café pronto que hace frió y quiero dormir- dijo eso y se fue del despacho, cerro la puerta y rechino como lo hacia desde hace años, pensé que ni esa puerta a cambiado desde que llegamos, en ese momento se me antojo leer algo aunque fuera una frase, entonces me levanté de mi sillón de cuero y saque de entre mis libros un viejo cuaderno que conservaba hace años, porque desde que nos instalamos en esta casa no he escrito nada en ese cuaderno, porque solo escribía cosas cuando mi vida cambiaba radicalmente, entonces lo abrí en una pagina al azar y esta decía “16 de Febrero de 1980, la llegada del primero, “Lloramos al nacer porque venimos a este inmenso escenario de dementes” (SHAKESPEARE), bueno curioso hijo mío que llegues hoy el mismo día que mi hermano, tú tío, toco mi vida hace 27 años, sé que no comprendo bien a tu madre y no creo hacerlo contigo todo esto me confunde, nunca tuve un padre al cual poder guiar mis pasos, pero te espero ahora en este cuarto fumando un cigarros, que en su momento te prohibiré, en estos instantes mi cabeza da vueltas sin entender nada, te seré franco, no te quería y seguramente te darás cuenta con el tiempo que soy más arisco de lo que aparento, pero en estos extraños nueve meses aprendí a aceptar tu presencia mejor de lo que acepto a tu madre en mi cama, pero así no te importa quiero que sepas que estoy comiendo ansias por conocer como eres y sí lees esto quiero que sepas que a pesar de todo que este demente que ayudo a tu creación te espera confundido, pero feliz porque tu eres mi primer hijo…” vaya aún puedo sentir el peso de Fernando en mis brazos, fue una guagua grande, también recuerdo que cuando vi a su madre, lloré a sus pies disculpándome por todo mi vil trato, que años más tarde no alcanzamos a sobreponernos y nos separamos, por le menos me alegro que alcance a pasar toda la infancia con Feña, hasta que se volvió un adulto, aunque el ya no me quiera hablar sé que él no podría ser mejor. Cuando tomé mi café ya estaba helado, entonces lo boté por la ventana, deje mi mano afuera un rato sintiendo la lluvia, me sentí en esa habitación otra vez, ella me miraba nerviosa y a la vez ansiosa, jamás se me olvidara la expresión de sus ojos, que era un sentimiento confuso de amor y rechazo, la besé como si fuera mi última oportunidad de hacerlo, pero ni eso pudo detener el cauce de las cosas, hicimos el amor de la manera más nostálgica esa noche, porque solo fue la despedida de nuestros recuerdos, no sé exactamente cuando fue pero la ventana se abrió y en sus ojos quedaron gotas de lluvia, aunque hasta el día de hoy sospecho que fueron sus lágrimas, confieso que en ese momento poco me importaba lo que sentía, solo la quería para mi, pero el sello que dejo en mi carne fue el recuerdo que nunca tuve que escribir porque ese hasta el día de hoy me llega junto con la lluvia, cuando desnuda montada sobre mi, momentos antes que terminara todo, dijo “te voy a dejar, esta es nuestra última noche”, claro que no pude continuar haciendo nada, no sé si lo hizo con el propósito de mantener ese instante por toda la vida, pero bueno sino fue su propósito de todas formas lo logro.
-Hola viejo--Niña no te levantes, ya me acuesto--¿por qué te demoraste tanto?--Nada solo veía unos archivos que debo llevar el lunes--Sabes que te quiero mucho y siempre lo hice-
-Yo también mi niña-
En la mañana desperté antes que ella y me quede observándola, volví a oírla decir “¿por qué te fuiste Rodrigo?”, esta claro que yo no soy Rodrigo, pero ya me acostumbre a escucharla, hace años que venía diciendo eso dormida, hasta el día de hoy no he tenido el valor de preguntarle quien es, a lo mejor sería sensato ser sincero, pero ya estoy tan viejo que mejor las cosas deban pasar como tienen que pasar, ya que hoy es como fue ayer y sé que mañana será como es hoy, estoy con esta mujer porque a ella amé por un instante y alimentado esta relación con el recuerdo constante de lo que sentí por ella alguna vez, puede ser que lo sienta, pero ponerse a sincerarse a mi edad es una estupidez, sería adelantar lo inevitable, pero esta mañana de domingo se ve más bella de lo que estaba ayer, su belleza me embriaga y me hace tener la ilusión de la felicidad encarnada en mi piel, cuando abrió los ojos me beso, me dijo:
-¿cómo vas a querer tu desayuno?-
-Lo de siempre- dije mientras le sonreía
-Que lindo eres, esperame- se levanto de la cama y se alcanzo a moldear su exquisita figura en su camisón, tomo su bata y se fue a la cocina.
Miré el reloj, eran las once de la mañana y ya había dejado de llover, estar solo en la cama me hizo sentir el frío de la mañana con más fuerza, por eso me acurruque entre mis frazadas y recordé a mi madre, había muerto ya hace unos 10 años, de hecho la fecha de su muerte no me es importante, porque ella es una mujer que nunca me abandono, sentí nostalgia por su cabello, cuando era un niño y dormíamos juntos porque no habían más camas, la despeinaba al despertar y cuando nos levantábamos a prepararnos desayuno, cantábamos una canción a dúo, no éramos muy buenos interprete, creo que por eso al crecer nos avergonzó seguir cantándola, definitivamente esa canción quedo en el olvido, pero esa felicidad que provocaba en mí es el más dulce recuerdo de mi infancia, me peso su perdida por un tiempo, pero ya no es importante, porque aprendí hace mucho a vivir con su ausencia. A veces cuando veo la cara de Soledad siento en ella la presencia de mi madre, ella me a cuidado desde que empezamos a vivir juntos hace unos 15 años, ella siempre me mima y soporta la idiotez de mis pesados años, no estoy seguro de porque lo hace, supongo que me ama, pero yo voy a cumplir 68 años en el septiembre próximo y ella tiene los dulce 45, son 23 años, suficiente para ser su padre, no entiendo como ella siendo tan bella se fijo en mí, su rostro es blanco y una sonrisa impidió el avance de los años por su rostro, jamás tuvo hijos o es lo que me dice a mí, por eso su cuerpo sigue conservando la figura de sus veinte primaveras, seguramente si alguien la ve no le llamara la atención, pero si la conoce no podrá evitar enamorarse de ella, a lo mejor por eso esta conmigo, nunca pude enamorarme de ella y creo que lo sabe aunque le digo lo contrario, a veces siento la melancolía en su mirada, es esos momentos ella siempre busca un beso que no puedo darle, entonces me encierro en mi despacho a pensar en el trabajo, porque el no me mira ni me ama, que desgraciada es su vida, al enamorarse de este viejo que sabe que no podrá amarla, porque sigue viviendo en una declaración más vieja que ella.
-Ya viejo- le escuche decir, mientras entraba a la habitación, su rostro blanco permitía sentir el placer de su felicidad, sus pasos no hacían rechinar las maderas.
-Gracias- tomé la bandeja y la puse sobre mis piernas, una par de huevos fritos un café, una naranja partida por la mitad y un pequeño chocolate, que me servía todos los domingos.
-Vuelvo al tiro, voy por mi desayuno-
-Te espero- en eso que ella salía, se despejo un poco y entro sol a través de la cortina dándole a ese dormitorio apestado de mi realidad un toque onírico que se sello con la entrada de la Sole al dormitorio.
-Listo y ¿qué papeles ordenabas a noche?-
-Unos documentos que debo entregarle al contador sobre algunas propiedades-
-¿Muy complicados?-
-No, para nada- esta conversación dominical se repetía todos los domingos sin excepción, conversar de la rutina con la rutina, es algo tedioso, pero da ilusión de la compañía.
Después de comer, ella entró al baño, yo me dedique a de volver los trastos a la cocina, entré a mi despacho y tomé mi viejo cuaderno, decidí guardarlo, cuando lo tomé note que alguien había guardado un lápiz a dentro, lo abrí en la pagina y había un texto que decía “Te amo, es todo lo que necesitas saber de mí, soy quien te ama, solo eso necesitas saber de mí, soy yo quien se desvela cuidándote en la noches, yo soy quien te besa por las mañanas y tu eres mi tesoro más precioso, no estoy segura si me ames pero me haces feliz que me des la oportunidad de compartir mi vida a tu lado… Soledad”, sentí que algo se revolvía en mi vientre, creo que fue felicidad, salí del despacho y fui a nuestra habitación, ella se estaba terminando de secar, pero le arrebate la toalla y la bese como hace años no la besaba, la tome por la cintura muy fuertemente, ella no se atrevió a preguntar que pasaba, solo respondió mi pasión con la suya, recorrió mi cuerpo en busca de cumplir su deseo, yo la dibuje en la cama y la probé hasta que el único sabor que podía recibir era el suyo, en ese momento no había recuerdos en mí, en ese instante solo existía el presente, después de tantos años pude probar una vez mas la felicidad, sentía como su cuerpo llamaba al mío, sentí de pronto la perdida de los límites de nuestro cuerpo, su respiración agitada fue el aliento del deseo encarnado en el instante preciso de su sonrisa, en las vueltas de este amor pasional, ella quedo en la posición en que estuvo ella, de pronto todo se puso en tensión y tuve que tomar una decisión rápida, continuar y revivir el momento o detener todo, deje que mi cuerpo decidiera, mi corazón comenzó a latir cada vez más rápido, comencé a saborear sus palabras una vez más, ya no era Sole, ya no era nadie, era su recuerdo gozando de mi cuerpo una vez más, extendiéndose más allá del tiempo, escuche de pronto “ te voy a dejar esta es nuestra última noche”, en ese momento empecé a irrumpir en el cuerpo de la Sole con más fuerza, las palabras se repitieron una vez más, entonces respondí “no me dejes, no te quiero dejar nunca” y me acerque a darle un beso, pero la presión fue mucha, mientras daba el beso y mi pasión cesaba sentí en mi brazo izquierdo un insoportable dolor, me costaba respirar y escuchar, sin darme cuenta ya no había pulso en mí, Sole me beso muchas veces y me golpeó en el pecho, pero yo ya no sentía nada, cuando en su mirada se envolvió la desesperación y empezó a cerrar mis ojos, vi como caían sus lágrimas sobre mí y en ese momento sentí que la amé toda mi vida.

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Texto viejo, pero me gusta lo suficiente como para mostrarselos

"El tiempo puede cambiar lo que nuestros ojos ven, pueden levantar arboles de la tierra, puede darle forma a nuestras esencias, pero no puede destruir lo que somos"


Adiosh

2 comments:

Dulce_Tabu said...

"El tiempo puede cambiar lo que nuestos ojos ven, pueden levantar arboles de la tierra, puede darle forma a nuestras esencias, pero no puede destruir lo que somos"

Hermosa historia, por un momento me inunde en ella y veia mi propia historia... que egoista se puede ser, que egoista vivir una historia desde nuestros ojos, invitando a alguien a vivir lo de nosotros, pero no es tal... no lo ve igual, no lo vive igual... y pocas veces entramos en razones , y nos damos cuenta que hemos estado viviendo de esa forma... desde nosotros. Aveces se siente tal felicidad que no pensamos en nada mas... un dia senti felicidad y me invente en el oido un " te amo " ...


saludos

ToRReJa said...

........
woooo...
Solo eso puedo decir... ya sabes que me agrada leer tus historias, pero sinceramente creo que este es uno de los más "maduros"... me encantó el final... solo me queda la última acotación, la redacción y el uso de los signos de puntuación...
Saludos...