Friday, August 04, 2006
La fuerza del sonido
Escucho el viento gritar entre los instrumentos, quizás bajo la cúpula el se siente más cómodo, penetrando los odios de todos los presentes.
Todo se elevaba junto al agua que caía de las copas.
Pero la belleza del caos decoraba la gala de todos; fue tan fuerte el grito, que nada dejo, la cúpula se elevo fragmentada en miles de pedazos, llego a ser parte del cielo.
Los terrores humanos se derretían como el fuego, que se encendió al interior del anfiteatro.
Cuando el silencio golpeó la cabeza de los pocos seres vivos presentes, bajó el soprano de su inmaculado altar, para abrazar a la virgen que aplaudía con ahínco el espectáculo más precioso que sus ojos retendrán.
Entre las ruinas que alguna fueron algo más que una absurda situación de improbables, se levanto un pequeño niño y lloró, por primera vez en su vida.
Este levanto las manos, pidiendo los abrazos de la virgen, ella (con una sonrisa en toda su cara) lo elevo, el soprano quiso ponerle un nombre, pero su voz ya había extinto, entonces la mujer apoyo el niño contra el lado derecho de su pecho, para disimular la ausencia de sonido que en ella imperaba.
El niño crecía en sus brazos a cada instante, la mujer al cabo de minutos tenía un hombre en los brazos, que ahora pidió con la mano la ropa de un hombre que aun respiraba, el soprano se la dio sin titubear. Aun careciendo de su propio sonido, se fue de las ruinas.
Lo quedó de aquel anfiteatro, fue devorado por el desierto ártico, que luego los azoto.
Vació de esperanza el hombre del llanto constante se perdió entre la ciudad, que lo adopto como una sombra. Lo cobijo y lo cuido, hasta que desarrolló algo de control y su llanto al fin ceso.
Se confundió con los hombres, que lo miraban como un par, porque ellos solo miran con los ojos que sus madres y sienten en la piel de sus padres, pero él era diferente, pues su nacimiento fue algo imposible, pero sucedió, el miraba a través de sus sentimientos y sentía por cada molécula de viento que algo tocaba.
Aunque alguna esencia humana tenía, porque se enamoró a lo largo de su caminar, entendía que era imposible alcanzar lo que él anhelaba, pero todas las noches la miraba, trataba de llegar a esa estrella tan deseada, pero estaba demasiado lejos, pero aún así no lo suficiente como para escapar de su canto, su voz era preciosa y en el vació era lo único que podía cruzar toda oscuridad para llegar a él, definitivamente quería alcanzarla. Entonces por amor, inició su viaje (porque ahora tenía una meta, se movía por algo). Viajo al oriente y aprendió a comprender el todo y así mismo como un todo particular, de esta forma logro tocar a la estrella, pudo poner su mano en su mejilla, aun estando en la tierra. Luego al occidente y adquirió el arte de la guerra, que le permitió librar los obstáculos necesarios para llegar al sur, ahí perdió el sentido, así que volvió a caminar hacia el norte, donde dejo buscar como llegar a ella.
Cansado, pero aún con mucha vida en sus venas, se sentó en la orilla del mar y espero paciente la noche, cuando ella apareció, él levanto el mar y creo una cala de cristal para ella, cuando la vio su color plateado vario a un leve rojizo. Entonces la congoja de nuestro protagonista le hizo brotar su primer sonido, que aclaro la noche, la joven estrella y hizo coro.
Estuvieron así cada noche, durante 12 años, hasta que él finalmente declaro su pasión, en bella melodía ella le correspondió, pero el problema es que aunque él podía tocarla, ella no lo podía sentir. La pena que azoto los vientos ese día fue horrible, muchos hombre murieron a causa de esta frustración.
Aún con la pena que los agobiaba, el no se rindió, estiro todo lo que pudo el brazo, luego todo lo que pudo su espíritu, luego todo lo que pudo su alma, luego todo lo que pudo su razón, la pequeña estrella vio su gran esfuerzo entonces creo una mano de luz, que también con toda su existencia, por un segundo la manos se sintieron cerca, al otro instante se unieron, la estrella desapareció del cielo y nuestro amigo de la tierra, quedando las noches un poco más frías y silenciosas.
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