El arrepentimiento
Siempre al anochecer se me retuercen las tripas, un miedo asqueroso recorre mi cuerpo. A veces creo que es mi herencia, por la mismísima mierda claro que lo es. Pero no viene al caso rechazarla, no es solo mi pellejo el que se juega en esta pega.
Han pasado algunas semanas del último contrato que entregue -se mostró satisfecho-. Durante los primeros días me recompensó, que buena noche me pase con la secretaría del piso de abajo.
Hasta pude dormir y olvidar todo, un par días. Puede recordar aquellos días que iba a la facultad y una cerveza inocente con amigos. Algún coqueteo infantil y un beso tierno para cerrar la noche o darle un inició en otro lado. Días aquellos, todo tan tranquilo, solo han pasado diez años, pero se sienten como un siglo de guerra.
-Tan meditabundo que estas esta noche- miró sentado en mi bar. Abro la ventana y salgo a fumar – ¿No me invitaras nada?- mi familia nunca fue buena para la indirectas –vamos hijo, ¿no le invitaras una copa a este viejo?- me acercó al bar y sirvo un vaso de cerveza negra y se lo dejo encima
-Toma, anciano de mierda- veo como sus dedos atraviesan el vaso -¿Parece que olvidas que estas muerto?-
-No es que la vaya a beber, es para ser amable- lo miré de reojo y me tomé la cerveza
-¿Amable?-
-Sí, como lo que te enseñe cuando eras niño-
-Tú no me enseñaste nada, dejaste a mi viejo a su suerte y nos apadrinaste cuando estabas en tu lecho de muerte, quizás para expiar tus culpas-
-Vamos, nunca me arrepentí de nada-
-Deberías hacerlo-
-¿Para?-
El viejo de mierda tenía razón, estaba muerto y no sirve el arrepentimiento de nada después de vivo. Pero si estaba en mi casa, es que la cuota se estaba acabando y tenía que salir a cerrar un trato; nunca los he hecho enojar, pero me imagino que nada bueno saldrá de eso.
Recuerdo por un segundo, que sí sé que harán, ya lo he visto y el miedo me paraliza un momento.
Tomó mi gabardina negra y mi cajetilla de cigarros, le digo al viejo:
-Vete-
Camino por santiago, el frió me hace sentir viejo. Es una noche tranquila, parece que la gente se siente cansada, pero satisfecha.
¡UNA MIERDA! De pronto todos se vuelven altruistas, que paso con lo que dice los diarios ¿Dónde están los asesinos, violadores y políticos de turno?
Camino durante unas horas, hasta que la luna se ve enorme y me dan ganas de mear. Me paro al lado de una iglesia, mientras meo siento un poco de hedor, quizás sea mi orina.
Luego lo distingo, definitivamente no es mi meado. No es tan grande como el del otro día, pero parece ser lo suficientemente pasoso.
Busco por donde entrar, odio que la suerte me las deje tan fáciles, la puerta está sin seguro.
Entro y veo a Jesucristo colgado de su cruz, contemplando el cielo. Supongo que si ir al cielo es tan fácil como colgarse de una cruz y esperar que te desangres, lo haría. Aunque todo el mundo sabe que tenía pituto, hijo del jefe, claro que iba entrar.
Las luces apagadas, pero la luna se encarga de dejarlo todo blanco para que no tropieces con nada. Camino al altar, le ofrezco un cigarro y pienso claro que no lo va aceptar tiene las manos ocupadas. Me estoy volviendo loco.
Vuelvo a mí, sigo el hedor, detrás de la cruz hay una puerta, a medio cerrar y de ahí venía el olor. Me asomo tímidamente y veo a un cura montándose una pequeña fiesta allá dentro.
Meto las manos al bolsillo y están los papeles, como siempre.
Reviso el nombre “Ariel”, que raro esta vez me lo dieron sin apellido. Pero bueno el curita, terminara haciendo confesiones en otro lado.
Me siento en una banca y espero un rato, me fumo unos cuantos cigarros.
La hediondez invade la sala, pero esta vez había algo diferente en la peste. Me paro y apago mi cigarro a medias. Se asoma una sombra.
-Hola Ariel-
-¿Qué?- es una voz femenina
-Ese tu nombre o ¿me equivoco?- logró verla, es una niña catorce años a lo mucho
-¿Usted que hace aquí?-
-Tú haces algunas cosas, que para algunas personas son muy interesantes. A ellos le agradaría que continuaras en eso-
-Señor no le entiendo- educada la niña
-Ven acompáñame- miré la hora, son las 2am-vamos a caminar y te explico-
No dijo nada y me siguió, esa noche el olor me molestaba un poco más de lo normal. Caminamos por callejones que no pasaba un alma, en cada esquina que doblabas pensaba que mi vida me costaría la billetera.
Finalmente llegamos a una plaza.
-¿Fumas?- le pregunto
-Sí déme uno-
-Ariel, sé que no haces cosas buenas, pero en este mundo las personas no son buenas. Yo te ofrezco mejorar tu vida, pero debes seguir en que estas- respiro hondo, mis propias palabras me dan asco… pero quién me culparía, soy yo o ella-Estarás mejor, te lo aseguro- me sonríe y se acurruca. Mierda, me voy poniendo blandengue.
-Nadie nunca se preocupa por mí de verdad. Sí realmente soy importante, firmo donde quiera-
Dudo un segundo, pero saco el lápiz y el contrato. Que lo firme rápido, que me voy arrepentir.
Lo firma, el lápiz saca su garras y le roba un poco de sangre para la tinta. Le duele lo veo en sus ojos.
Le dejo plata y me despido de un beso (soy una mierda).
Empiezo a caminar, la miró por última vez y me digo “Roberto es una niña como has podido” apreté el contrato “Quizás si lo rompes la salv…” sonrío y mis ojos se inundan de un tristeza muerta.
Tomo un taxi y me largo a mi departamento, en el auto lo distingo, el hedor aparte. Como había sido tan tonto, era olor a muerte, esa niña estaba presionada por algo. Quizás se me arrancaron unas lágrimas en ese taxi, pero no estoy seguro.
Llegue al departamento, estaba vació. Saque del bar una botella ron.
Me senté en sofá.
-¿No me darás un trago?-
-Pensé que abajo tenían mejores licores-
-Pero siempre vale la pena tomarse un trago con un amigo-
-No soy tu amigo-
-¿Lo tienes?-
-Sí… pero antes-
-¿Qué? ¿Me darás un discurso de moralidad?-
-No… ¿porqué la niña y no el cura?- doy un trago largo, siento como el ron me quema la garganta -¿No habría sido mejor el cura? ¿Ustedes quieren el escarmiento publico? Se alimentan de eso-
-En parte sí, en parte no. Es muy complicado. Pero veo que te conmovió, ni con tu padre te pusiste así-
-TU NO SABES NADA DE ESO-
-Cuando te pones bravo… que delicia- maldito afeminado, cada vez que se pone así me da asco
-Cuéntame, ¿por qué la niña?-
-Fácil mi querido Roberto, ella ahora esta embarazada y tiene sida. Esto se descubrirá en unos meses más, pero ella vivirá bien. Pero su beso de muerte arrastrara más a la desesperación que un escándalo de unos meses- sonríe y siento miedo –el cura siempre fue nuestro-
Saco el contrato del bolsillo de la gabardina y se lo tiro a la cara. El muy maldito lo coge en el aire y desaparece como una boluta de humo en el techo.
Me pongo a llorar por esa niña… se lo que le había hecho y solo quería cariño… lloro por saber que estoy vivo y no me puedo arrepentir.
2 comments:
creo q esta narracion te acomoda mucho, creo q realmentela disfrutas XD, te estaras encontrando como escritor? :O
Hola, tanto tiempo... q manera de comerte letras :P ... bueno voy por el capítulo 3 chau
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