Thursday, January 31, 2008

El riesgo del cortejo

Creo que su historia partió en la adolescencia, las cosas siempre son normales si te acostumbras a ellas. Aunque a veces nunca alcanzas la costumbre de ciertas cosas, siempre parecen innovadoras.

Era por el verano del 97, cuando sucedió por primera vez.
-Háblale- le dijo su amigo
-no, me da vergüenza- bajo la mirada
-pero no pierdes nada-
-creo que tienes razón- miró a la niña que tenía el cabello semi rizado y de un rojizo cobre. Se acercó medio tiriton y le dijo:
-h…o…la- ella lo miró de reojo, pero en ese momento su amigo salto y lo tacleo, justo donde estaba parado David cayó un piano. La chica se echó a correr.
Ambos amigos asumieron que fue solo mala suerte, pero David temeroso, no se acercó a nadie durante un tiempo.
Si es bastante extraño que aparezca un piano a la mitad de un parque.
Así paso un año, se había tratado de acercar a un par de chicas, una vez le cayó un macetero y termino con 6 puntos en su cabeza. La segunda vez lo arrollo un sofá.
Aunque se lo seguía negando, se decía “mala suerte” “coincidencias” “debo estar por ganarme la lotería”.
Así que durante el año 98 se dedico averiguar que era lo que tenía, porque siempre perdía en el intento de hablarle alguien, a lo largo de ese año termino 4 veces en la UTI y en la misma UTI casi se muere por tratar de hablar con la enfermera.
Pero seguía con su incógnita, fuera de la cicatrices no había conseguido avanzar. Aunque era una situación cotidiana, no se acostumbraba a ser maltratado con tanta frecuencia.
Si al principio necesitaba hablar con alguien, al final bastaba que lo pensara para que fuera disparado por algún objeto que se impactaba contra su cabeza.
Creía que era porque intimidaba a la gente, con los años su rostro había recibido algunos cambios, tenía una expresión más ruda y una nariz en forma de papa, de seguro que no perdía todo el encanto pero ya no conservaba su belleza casi andrógena.
Por allá en 2004, cuando ya tenía como 21 años, sufrió la humillación más grande de su vida, ya que por razones naturales y de necesidad llego a una señorita de la vida, quizás la falta preámbulo retardo el efecto esperado, mientras se iba entre las piernas fatales de una mujer cuarentona, no se sabe como, pero el velador le golpeó las costillas y lo tiró por la ventana a la calle.
Volvió a la UTI, con un par de costillas menos, pero nada era más vergonzoso como terminó en esa cama

Así siguieron pasando los años, hasta que un día, hace un par de semanas, una chica se le acercó hablar, pero el no quería responderle, estaba en un tren, así asumía que no sobreviviría un porrazo desde ahí. Pero paso un rato y ella seguía tratando de obtener una conversación.
Así que cedió y cuando iba decir algo, a la chica le cayó un escritorio encima.
David, quedo impactado por un segundo, pero luego dijo:
-Holas- pero nada lo golpeó, así que habló durante horas, se bajo del tren --riéndose-- esperando que se volviera repetir algo así.

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cuento que nació de una caminata con Ave, pero no pensamos bien el final, pero me gusto la idea


asi que bien

hasta pronto

5 comments:

Anonymous said...

Jajaja que mala suerte tenía el pobre tipo XD .. esta bueno el cuento.. entretenido y con un final inesperado :P

Suerte mañana

nos vemos

tipico tipo c said...

jajaja me gusto, creo q se entiende la idea, aunque la verdad eso lo debe decir otra persona.
ligero y agradable, buen ritmo

0-catatonica-0.blogspot.com said...

uff q terrible debe ser q te lluevan pianos y escritorios,,, me gusto lo surrealista del cuento.

gracias por pasar mi blog

saludos


CaTaclismo

N. said...

Hay veces en que he sentido mucho más que el peso de un piano sobre mí al tratar de iniciar una conversación con alguien especial =S
En fin, me agradó tu cuento, original y muy representativo de ciertas situaciones y sensaciones (al menos según mi interpretación).
Saludos!

N. said...

No,no me conoces,llegué aquí como a todas partes... paseando =P
Te sigo leyendo!
(Espero tengas razón y solo sea cosa de crecer, aunque quizás tampoco ese es asunto fácil)