Reencuentro (episodio 1)

-¿Te levantas?-

-Sí-

-¿Por qué?- le dijo con un bostezo

-Debo hacerlo-

-Mentira- le tomo la mano

-Esto es un sueño y estoy condenado a verte todas las mañanas sabiendo que no tengo tu realidad-

-Sabes que no puedo cambiar la cosa, pero ¿a caso no tienes lo mejor de mí?-

-¿Qué sé yo de lo que es mejor de ti? Solo te conozco en esta habitación-

-No te pongas quisquilloso-

-No es ser quisquilloso, me siento como tu objeto-

-No soy diferente a tus otras parejas-

-Pero no quiero seguir teniendo esta función-

-Ya lo decidiste, aparte no lo pasas tan mal- le decía mientras lamía su mano

-No tenía elección- y trato zafarse de su infalible coqueteo

-Quieto, que sabes que no tienes posibilidad alguna contra mí- guardo silencio y recapacito, esa mujer de unos 35 años tirada a media vestir, le podía dar la llave de tener un mejor futuro, sabía que dijera lo que dijera estaba condenado a su necesidad. Mientras ella lo atraía a la cama, se iba resignando. Cuando estuvo bajo ese cuerpo torneado por cirujanos y esa piel gastada por las horas del solarium, su expresión de placer ya tan menoscabada por su emulación, que a veces parecía ser real, pero siempre expulsaba ese aroma que le recordaba lo podrido que estaba.

Dos horas más tarde en la facultad, estaba sentado fumándose un cigarro, tratando de olvidar lo que había pasado, cada día lo hacía se volvía más fácil (por lo menos es lo él creía).

Escucho una voz y levanto la mirada, era la Pancha, una de sus mejores amigas.

-¿Cómo estas?- le dijo muy animado

-Muy bien-

-Vaya hace días que no te veía-

-Hace días que no te asomabas por acá-

-Tuve cosas que hacer- y se rasco su chivo

-Pillín, con quien tuvo cosas que hacer-

-Con nadie, sabes que hace tiempo que estoy solo-

-Sí, lo sé, pero eso no quita la posibilidad de que pegues un arrancon con una amiga, yo estaría gustosa- quedo helado y puso una mirada muy confundida –Tonto, sabes que te estoy lisiando- es cierto siempre lo jode con lo mismo, pero a veces parece que es mas serio que una talla.

-Chiquillos tenemos clases- y paso corriendo Raúl, era un buen chico, aunque a veces demasiado impulsivo, por lo que le habían contado la semana pasada se había metido en una pelea y lo machacaron como a una nuez, pero fuera de unos moretones no le quedo marca, debería pensar un poco más lo que hace seguramente.

Al salir de clases, partió a su casa, no se quedo hablar con nadie. Le llego un mensaje de texto, lo invitaban a una casa, pero estaba muy cansado como para tratar de despejarse.

Llego a su casa, tiro su chaqueta sobre su silla y se dejo caer sobre la cama, saco detrás del marco de una foto un papel, ya algo amarillento y lo abrazo, se quejo un poco y se puso a llorar hasta que se quedo dormido.

---------------------------------------------------------------------------------------


Ya hace tiempo que no me dedicaba a escribir algo, estas ideas incompletas y fragmentadas en mis sueños, anhelos y jaquecas, pero vere que puedo hacer todo eso.

Este es una historia que espero desarrollarla más, me gusta, pero como que se me va la idea y aparte me interrumpen caleta al momento de escribir.

La foto, la puse porque me gusto y salgo posero.

bueno espero comentarios o algo

Se despide el inmenso dolor de cabeza de Felipe Burgos