Caminaba con su cabeza enterrada en su bufanda, sus lentes se empañaban con su aliento. El frío trataba de penetrar su abrigo negro, pero algo esa noche no dejaba que nada lo tocara.
Siguió caminando, viendo como la densidad de las luces de la calle iban disminuyendo, de pronto vio como el cielo golpeaba la tierra; su luna cantaba muda y sus estrellas eran notas de un piano deprimido.
Aunque el espectáculo disminuyo su ritmo al caminar, no pudo frenar ni un poco su etéreo palpitar. “Los corazones nunca sanan, siempre son convalecientes de una vieja historia” le decían, jamás presto atención a eso hasta que dejo de ser un niño, quedo en la ambigüedad de un ser incompleto, suficientemente viejo para no ser un niño y demasiado joven para ser un adulto.
Aunque no quería detenerse su cuerpo le pedía que lo hiciera, llevaba caminando casi tres días, no había comido ni bebido y su biológica le exigía la preservación, pero nada puede cuando se corta el lazo entre el alma, la mente y el cuerpo. Esa sed que nace en el alma, se anida en la mente y se olvida del cuerpo.
Seguía caminando, quería una respuesta o algo que lo detuviera. Ni familia, ni los amores y ni nada, parecía recuperarlo. Sus odios solo escuchaban un zumbido, estática o vació, nunca se esta seguro si es lo uno o lo otro; total de la mano se encuentran los absolutos.
Aún seguía caminando, entre los edificios abandonados emprendían el vuelo las golondrinas y de los árboles brotaban arañas, que parecían sombras vivas en las calles. Pero si habría estado conciente el terror por esos bichos lo hubiera detenido.
Seguía caminando, nada de este mundo parecía tener el poder de detenerlo. Ni el miedo, ni el vació, ni la lógica, ni la hermosura del cosmos.
Seguía caminando y escucho algo quebrarse, por primera vez en esos días levanto la cabeza. Al salir de su bufanda, se detuvo y sintió un aire fresco acariciar su rostro
En un hospital físico, en un mundo real, alguien estaba abriendo los ojos y sentía que había caminado tres días desde la muerte de su mejor amigo. Giró su cabeza, observo unos cristales en el piso y vio rota la ventana de la habitación
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2 comments:
Me gusta mucho como escribes, pero siempre o casi siempre queda la sensación que escribes desde la tristeza... Dicen que es la mejor musa; pero tambien hay otras inspiraciones .... yo creo.
Te quiero
Manenita
buena weon. Fue un agrado leerlo, que mas puedo decir?
y es verdad, casi siempre tu movil es tristeza o enojo. Lo cual igualme alegra, porq cuando no ha sido asi, como cuando has hecho cosas mas mamonas no te han kedado muy bien jajaja. talvez es cosa de practica nomas.
La verdad no recuerdo si has escrito cosas mamonas pero si tengo el recuerdo de escucharte hablar asi jaja.
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