Friday, November 09, 2007

Monstruos infantiles

Recuerdo hace algunas semanas que mi hermana de tres años me pidió que le prendiera la luz del pasillo porque decía que estaba el “coco”.


Al encender la luz, las figuras se quedaron quietas, congeladas con un flash permanente. Así en esa certidumbre mi hermana me llevo hasta el patio y me indico un estrella, como es ella se fue corriendo para otro lado.

No cabe duda que me extraño su actitud, pero lo que me detuvo a pensar, no fue la ternura del gesto de la estrella, sino fue su primera petición.

Yo cuando era niño temía a la oscuridad, no precisamente por un monstruo que se escondía, yo le temía al hecho de sentirme envuelto de sombras, de perder la capacidad de mirar. Tal vez mi monstruo era una mano gigante que te encerraba.

Pero no estoy seguro cuando deje de temer o cuando mi monstruo se congelo y ya no se pudo mover más.

Creo que fue porque crecí o madure, pero se que él esta encerrado, de eso estoy seguro. Uno deja de temer a monstruos, pero sigue temiendo, a razones humanas y suprahumanas.


Así que desde hace un par de semanas me puse examinar de noche el pasillo y los rincones que mi hermana evadía por temor o prudencia, creo que si habría reparado en lo segundo no tendría tantos machucones como los que conseguí los últimos días.

Debo admitir que fue infructuoso los primeros días, pero de a poco comencé recuperar mis miedos infantiles y de a poco me internaba en la oscuridad, los sonidos perdían explicación, mientras más avanzaba mi exploración más recordaba un yo pequeño, débil casi indefenso.

Pero no fue hasta hace dos día que logré verlo otra vez, al principio no fue claro solo era la sombra de la incertidumbre. La segunda vez que logré notar algo, fue anoche cuando me estaba preparando un sándwich a las tres de la mañana, si no mal recuerdo cuando era niño tenía hambre, no me atrevía a bajar la escalera a cocinar algo porque me acechaba esa sombra envolvente. Pero mientras más recuerdo más forma tenía y se volvía más real.

Aún así no fue hasta esta mañana que lo ví claramente, no era cosa de otro mundo, sí era extrañamente imponente, pero no más que un profesor en un examen; quizás daba miedo pero de la misma forma que te asustan las películas de terror cuando eres niño, ahora más bien la falta de elaboración del mamorracho.

Tenía unos ojos enormes cristalinos, su cuerpo parecía incompleto y no podía hablar solo hacía crujidos, como la madera expandiéndose.

No me alejaré del encuentro, pero como lo vi tan claramente, eran las cinco de la mañana y estaba bajando la comida del día anterior, fue detrás de la cortina del baño que lo encontré, como si esperara saltar en un momento (pero recuerdan que dije que estaba incompleto, bueno es que este tipeñajo le faltaban las rodillas), y gracias a la luna tuve una definición tan clara de él.

Así que mientras me limpiaba el me observaba, incomodando ese momento de privacidad. Quería preguntarle algo, pero solo gimoteaba, así que me dio cosa.

Pero antes de salir del baño me senté en el inodoro, ahora sin la desventaja de estar evacuando., y me lo quede mirando fijamente, buscando en él lo que alguna vez tuve miedo y preguntándome donde había estado todos estos años y en realidad nada. Me levanté y susurre que ya lo entendía, me fui a mi cama y ahí sentí que mi hermana se metía al baño y daba un grito, fui corriendo a encenderle la luz y me dijo que el cuco se había ido por la ventana y estaba a punto de ponerse a llorar, así que la abrace y cerré la ventana, pero sin antes notar que habían cientos de monitos que si figuraban como las primeras sombras del día, algunos se ponían en la planta de los árboles, otros de edificios y casas.


Ahora unas horas más tarde creo entender donde se fueron mis miedos o más bien que era todo eso, porque de niño le temía a la noche y ahora de hombre le temo al mañana.



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El primer cuento de noviembre; los aires comienzan los cambios, las aguas empeizan a correr o se pudren en la inerte espera.

Bueno por lo acontecido en mi querida universidad, ahora tengo pruebas como grandes en lapsos muy cortos, lo cual transtorna mi sueño y mi voluntad... mi negación a dormir es el ejemplo más claro de eso.





"Me despido sin elocuencias; solo disfruto el hecho que miro y más de una vez, escondió la mirada sin dejar de observar."


Adiosh



4 comments:

CoNy said...

Y ahora xq le temes al mañana?

Vaya si que era infantíl el cuento jaja pero muy entrete...
hmmm debo decirlo XD yo aún le tengo pánico a la oscuridad :P

Buenas Noches.

(A)

Unknown said...

nada estaba bueno... pobre tu hermana son terribles esas alucinaciones... te he contado ke yo le temo a los payasos? esos son mi mayor miedo

vanina said...

Si es cuento o realidad, no lo sé. Sólo tengo muy presente tu casa y, como tienes una hermana pude imaginarme todo dentro de tu casa... que supongo está igual =P

Yo creo haberle temido a la oscuridad; y de ahora creo entender ése miedo. Te sientes tan solo dentro de lo oscuro que, a veces ese sentimiento también continúa en el día... la soledad, el no tener a nadie que te escuche o te hable me es perturbable; y mucho.

Saludos, ánimos, y dale a todo con fuerza.
La pick es como sacada de una película vieja (onda MGM) tipo mexican or old west

Anonymous said...

Paseaba de blogs en blogs (cai en la falsedad del ocio) y di con esto... Efimero pensamieto de mi...
Muy bueno lo que escribiste...me encanto, muy entretenido...

¿te cuento un secreto?

yo tuve miedo a la obscuridad mucho tiempo porque veia cosas en ella...


Adios