-¿Dónde estas?-
-No lo sé-
-Déjame ir a buscarte-
-No, gracias por todo, cuídate-
Apago el celular y lo tiró a la basura. Sacó de su bolsillos unos cigarros, encendió uno que dejo encima de la banca, el otro que encendió lo fumo muy calmado, como compitiendo que él consumiría el cigarro más despacio que el viento. Y ganó.
Miró el cielo buscando figuras de algodón, pero ya notaba que los años no solo le habían dado una ceguera parcial, sino una imaginación senil.
Estiró sus brazos e hizo lo que nunca hacía en casa de su hijo, avioncitos con sonido y todo, los movía en círculos, sé imaginaba los aviones a escala que tenía guardados en su oficina y pensó que cuando Ricardo (su nieto) los recibiera los apreciará por un segundo antes de guardarlos o botarlos. Pero no se molesto en meditar más, extendió su mano por el horizonte corría por la plaza, al fin libre de cualquier reproche. La última vez que hizo el jueguito de los aviones en casa, su nuera casi lo manda a un asilo, aunque su hijo era bueno, estaba tristemente enamorado de ella, a ese punto donde no piensas.
Mientras más corría por el parque menos cansado se sentía y presionado, sabía que no tenía donde dormir, pero mientras seguía moviéndose no necesitaría dormir.
Pasaron unos días el seguía vigoroso y sin detenerse, la gente que vivía cerca de la plaza se acercaba a mirarlo, a contemplar el placer de hacer un avión con la mano y poner la lengua fuera de la boca y soplar.
Algunos comenzaron a plantearse si es que estaba loco, otros decían que era una manda y unos poco apreciaban del milagro de ver un viejo pisando el centenario de su vida, corriendo como un niño de cinco años.
Pasaron un par de días más y apreció la televisión, mostrándolo como el relleno de noticia que suelen dar.
-Buenas noches- dijo la periodista muy sería- nos encontramos esta noche en el centro de santiago, para ser más precisos en una plaza cerca de calle arzobispo- tomo aire- donde vamos a encontrar la maravilla de una vida sana, detrás de nosotros se encuentra un anciano corriendo hace aproximadamente 15 días sin detenerse-
El despacho fue visto por todo Chile, por su familia por supuesto, su hijo tomó un bus partió del puerto para la ciudad.
Llego dos horas después, al principio solo lo miró, no quiso acercarse (por vergüenza, es lo que me pareció ver), esperó que todos se fueran y acercó hablar.
Pero parecía que no lo escuchaba, en realidad no era muy importante lo que él decía, era más bien una actitud muy patética. Algo así como arrepentimiento culpable, justificándose en su familia y el cambio de los tiempos. Que sabía que esta actitud suya, solo indicaba que ya se había vuelto loco (aunque sí le soy sincero, ese viejo es digno de mi admiración) y que tendría que internarlo para que lo cuidarán.
Cuando Alejandro Bello hijo se acercó afirmar Alejandro Bello padre, esté se elevó por los aires, emprendió un elegante vuelo, lo hacia con gracia como sí siempre lo hubiera hecho. Se elevo alto, cada vez sentía más libertad, como el cielo de nadie ahora fuera suyo, fuera un cielo donde el podría volar y sentir la lucidez de los años alejado de la envejecida tierra.
Pasaron algunos años, me dedique a buscar a Ricardo, contarle lo que sucedió con su abuelo. Porque yo solo soy un pequeño Zorzal, que de cosas de hombre no sé, pero si sé volar y ese fue el regalo que le di a ese viejo, espero poder dárselo a su nieto.
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No!, no es que haya rejuvenecido, aquel es mi hermano y creanme que les digo que es el mejor hermano del mundo... es él que hace mis desayunos y mis sanwuches para el día.
A ver, que digo, bueno el otro día salí con alguien y la pase muy bien, así que agradesco el grato momento que me brindaste.
El cuento, bueno nació para no dejar botado esto tanto tiempo, pero creo que refleja mi sentir de los últimos días.
" Si pudiera romper y tirar el pasado como el borrador de una carta o un libro.
Pero ahí queda siempre, manchando la copia en limpio, y yo creo que ese es el verdadero futuro."
Adiosh