Cayó al piso y alzó la mirada, observo a su contrincante exhausto a igual que él. El conteo comenzaba, la ilación entre los números se transformaba en eternos recuerdos.
Entre el cero y el uno apretó los puños recordando la promesa que se había hecho al ingresar al gimnasio por primera vez; llegando al dos su ceño se frunció sintió la rabia que movía sus puños y escuchando el tres recordó los puños de su viejo que lo habían bajado tantas veces al piso y no tenía nadie que tirara la toalla.
En el cuatro miró a su jefe y le sonrió, así que ya no peleaba solo por rabia u odio, sino por el amor y el cariño que le tenía a la gente que le dio una mano.
En el cinco comenzó a levantarse y aunque ninguna de sus ideas se cuadraba en su cabeza. Mientras más se erguía sentía como su alma seguía en el piso, así se dijo “yo seguiré avanzando, aunque carezca de espíritu”.
-Seis-
-Estoy listo- dijo mientras ponía sus manos en la defensa
-¿Seguro?-
-Sí- la determinación choco contra su apariencia en debacle
-A Pelear-
Se acercó y recibió un gancho izquierdo, tambaleo pero no se dejo caer. Ya no escuchaba los gritos de nadie, solo un zumbido que lo hacia preocuparse de sí mismo, así lanzó un golpe recto al hígado, que hizo retroceder a su oponente, sin darle tiempo se tiró contra su cara, pero sus golpes no tenían mucho efecto, comenzaba a sentirse débil y el conteo en su cabeza aún continuaba, ya iba en el ocho, su alma no se reincorporaba al él.
Sabía en lo más profundo de su ser que si su voluntad no se levantaba pronto volvería a caer, quedaría en nada.
Pero eso no detenía su ráfaga, su oponente no lo podía atacar, por tratar de defenderse.
Nueve retumbo en su inconciente, la desesperación del conciente se preguntaba cuanto quedaría para que acabara el round, se cuestiono si entrenó lo suficiente.
En un momento de duda recibió un golpe recto en la boca del estomago y retrocedió de un salto, ahí lo sintió, se sintió a sí mismo volviendo a su cuerpo, de pronto el dolor del cuerpo fue absorbido por la voluntad de seguir, por ser alguien y dejar sobre el ring todo lo que en la sociedad lo hacia ser malo, ahí en ese momento se volvía casi un héroe.
Arremetió con la fuerza de un toro, conectó un golpe en la sien de su rival, el mismo brazo en fracción de segundo se retracta y carga con todo el peso contra su nariz. Cuando la izquierda abanico, el referí lo detuvo y lo mando a su esquina, pero el lo sentía en sus puños, no se levantaría otra vez, no podría hacerlo, porque sabía que el segundo golpe no fue de fuerza fue de determinación, la misma que tuvo cuando corrió por la calle huyendo de su viejo que lo quería asesinar, la misma determinación que lo mantenía vivo hasta ese día.
Se acercó el referí y levanto su brazo, volvió a sintir en su mano la estrella que siguió por la calle cuando huía.
Cuando en su esquina descansaba, sonrió solo por encontrarse de pie y vivo una vez más.
Hace mucho que no me sentía a gusto escribiendo, hace tiempo que un texto no tomaba su cauce tan naturalmente como este.
La foto, bueno es la estatua más sexy que he visto, oculta entre en tumbas y olvidos, esta ella con una rosa en el corazón. No quiero que sea mía sino quiero ser feliz como ella, poder seducir y ser seducido, solo manejado por el destino.
Sería
"el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente"
Espero que lo que aprendí, sea precimante para evitar eso
Adiosh