Sunday, October 28, 2007

No caigas

Cayó al piso y alzó la mirada, observo a su contrincante exhausto a igual que él. El conteo comenzaba, la ilación entre los números se transformaba en eternos recuerdos.

Entre el cero y el uno apretó los puños recordando la promesa que se había hecho al ingresar al gimnasio por primera vez; llegando al dos su ceño se frunció sintió la rabia que movía sus puños y escuchando el tres recordó los puños de su viejo que lo habían bajado tantas veces al piso y no tenía nadie que tirara la toalla.

En el cuatro miró a su jefe y le sonrió, así que ya no peleaba solo por rabia u odio, sino por el amor y el cariño que le tenía a la gente que le dio una mano.

En el cinco comenzó a levantarse y aunque ninguna de sus ideas se cuadraba en su cabeza. Mientras más se erguía sentía como su alma seguía en el piso, así se dijo “yo seguiré avanzando, aunque carezca de espíritu”.

-Seis-

-Estoy listo- dijo mientras ponía sus manos en la defensa

-¿Seguro?-

-Sí- la determinación choco contra su apariencia en debacle

-A Pelear-

Se acercó y recibió un gancho izquierdo, tambaleo pero no se dejo caer. Ya no escuchaba los gritos de nadie, solo un zumbido que lo hacia preocuparse de sí mismo, así lanzó un golpe recto al hígado, que hizo retroceder a su oponente, sin darle tiempo se tiró contra su cara, pero sus golpes no tenían mucho efecto, comenzaba a sentirse débil y el conteo en su cabeza aún continuaba, ya iba en el ocho, su alma no se reincorporaba al él.

Sabía en lo más profundo de su ser que si su voluntad no se levantaba pronto volvería a caer, quedaría en nada.

Pero eso no detenía su ráfaga, su oponente no lo podía atacar, por tratar de defenderse.

Nueve retumbo en su inconciente, la desesperación del conciente se preguntaba cuanto quedaría para que acabara el round, se cuestiono si entrenó lo suficiente.

En un momento de duda recibió un golpe recto en la boca del estomago y retrocedió de un salto, ahí lo sintió, se sintió a sí mismo volviendo a su cuerpo, de pronto el dolor del cuerpo fue absorbido por la voluntad de seguir, por ser alguien y dejar sobre el ring todo lo que en la sociedad lo hacia ser malo, ahí en ese momento se volvía casi un héroe.

Arremetió con la fuerza de un toro, conectó un golpe en la sien de su rival, el mismo brazo en fracción de segundo se retracta y carga con todo el peso contra su nariz. Cuando la izquierda abanico, el referí lo detuvo y lo mando a su esquina, pero el lo sentía en sus puños, no se levantaría otra vez, no podría hacerlo, porque sabía que el segundo golpe no fue de fuerza fue de determinación, la misma que tuvo cuando corrió por la calle huyendo de su viejo que lo quería asesinar, la misma determinación que lo mantenía vivo hasta ese día.


Se acercó el referí y levanto su brazo, volvió a sintir en su mano la estrella que siguió por la calle cuando huía.


Cuando en su esquina descansaba, sonrió solo por encontrarse de pie y vivo una vez más.



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Hace mucho que no me sentía a gusto escribiendo, hace tiempo que un texto no tomaba su cauce tan naturalmente como este.



La foto, bueno es la estatua más sexy que he visto, oculta entre en tumbas y olvidos, esta ella con una rosa en el corazón. No quiero que sea mía sino quiero ser feliz como ella, poder seducir y ser seducido, solo manejado por el destino.




Sería

"el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente"
Espero que lo que aprendí, sea precimante para evitar eso


Adiosh

Thursday, October 18, 2007

Presagios de oficina

Esta mañana, como muchas que han pasado, desperté de sueños quiméricos.

A veces siento que tienen forma y otras me doy el placer de vivir por unas horas en el caos, tomando mis funciones divinas para crear algo bello como inservible.

Levantando la mirada por la ventana, trato de ver al sol que mete sus dedos en mis ojos, en la ceguera creo realmente entenderme, le sonrió a la nada y pronuncio muy levemente que esta es mi guerra contra nada, que soy como un río tallando piedras y llevando en mi haber alguna que otra semilla, tanto sé que una parte de mi ya esta en la eternidad del mar y la otra aún nace de la montaña, soy la conciencia de la corriente y su curso es un breve trazo, de silencios.

Luego vuelvo a ver, para variar, todo lo que dije se volvió un delirio matutino.

Avanzo por la habitación y, de corte, aparezco laborando, con un libro de tapa infantil y una mirada fría y seca, sin nada que entregar, pero que en ella dice mucho, tanto que quiebro con facilidad la felicidad de la gente.

En esa esquina del escritorio me atrinchero, para observarla pasar, todos los días a la misma hora, estudie su rutina. Levantara su brazo izquierdo y llevara la galleta culpable a sus labios, luego con su mano derecha beberá su café, se acercará su amigo (que en la mirada delata un amor en crecimiento), ella ante el acecho reacciona revolviéndose sus cabellos, por un segundo me ve y jira su cabeza por inercia, insisto que no debería ver golpeando, sino solamente debería hacerlo sin pesar, sin años, sin nada más que yo.

Salgo de la oficina, sencillamente vuelvo a mi casa, sin penas ni glorias.

Así he despertado los primeros 12 años de mi vida, sin entender que es un presagió, sin saber que sabe un café, solo sé que este domingo no quiero levantarme, ni andar en bicicleta.




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"Antes de bajar a tomar desayuno, queria dejar un poco de la idea que atraviesa mi cabeza(no asi mi mente). Se siente como un puñal encarnado en mis sienes, cuestionandome porque hoy en la mañana solo queria tomar ese libro rojo y volver a leerlo... ese que abandone por problemas con el autor y su representante, lo abandone en una caja roida de una infinidad de recuerdos podridos, aunque poco y fuera de lo comun le sonrio un poco mas a la vida desde que la caja cuajo.
Se que construi odios y reconres, me acose solo con ideas (aunque por cierta que eran, no servian de nada), en esos misterios donde Holmes o Dupin se habrian reido por lo evidente que eran aquellos desenlaces.
Lo tomo una vez mas para terminarlo... para acabar con la pila de libros quedaron sobre mi escritorio y otras cosas que no son tan apartables para cajones. Quizas era el concepto mas literal de Dali con esos cajones que salian de los vientres de todos, solo para sacar la ropa sucia y colgarla... despues bajar la expectativas y guardar algun calzon nuevo en uno."

Sí, ideas reventadas y manoseadas; deseo ir a la Luna en un barco de papel; quisiera ser mudo para comunincarme con ella, sin temor de decir alguna estupidez.

La vida no es precisa, no es un juego exacto, sino la conmutatividad de caricias no encontradas.


"Vuelve y vuelve al que matan así o al final no muere el que no teme morir"


Adiosh

Saturday, October 13, 2007

El observador anónimo

Siempre terminaba a la misma hora esperando la micro con un café de maquina, de esos que cuestan un par de monedas y tienen diverso sabores.

A veces dejaba pasar un par de micros, alguna de esas veces era por terminar el café otras es por acabar un cigarrillo, la mayoría de las veces era para ver a la gente y preguntándose si es que lo ven a él también, si es que se preguntan porqué no subió con ellos o porque siempre lleva la misma chaqueta.

Sus rasgos ya definidos por los años son los bocetos de la soledad a su mano, sus arrugas de risas falsas le hacen parecer sus mejillas más altas, su nariz algo chata y marcada por esas tardes de vicio por la botella; claro que sí tenía una belleza bruta, de esas marcas masculinas que dentro lo firme de su parada muestra su extrema convicción y voluntad.

Aunque esta historia hasta el momento va tornándose un planteamiento existencialista, sobre como la gente se dedica a esperar y preguntarse si va fijándose donde hay algún hombre añorando un saludo mezquino de un desconocido. Pero en estos momentos en donde me pregunto como autor si vale la hacer aquel miserable esfuerzo, reconozco mis carencias, pero dentro de ellas una mirada y una sonrisa me pueden transformar en un héroe mitológico, así que regalare a mi títere un mejor escenario.

Aquella tarde estaba terminando su café y a lo lejos empezó a ver su micro, así que se paro, saco la tarjeta de la billetera. Cuando estaba en la fila vio a lo lejos un niño, de rasgos algo andrógenos, junto a él un hombre de rasgos carcomidos por la angustia, mientras avanzaba por la fila se los quedo mirando y atento a ver que sucedía, era una escena algo violenta (aunque no habían golpes físicos, la tensión era enorme).

Bajo la mirada por un segundo y cuando volvió a mirar no había nadie, habían desaparecido, extrañado le pregunto a la gente que estaba cerca, pero nadie había visto nada. Sintió miedo, como hace años que no lo hacía.

Así que se puso a caminar, para buscarlos, en su cabeza se encerraban cientos de finales diferentes para el pobre chico, la angustia se empezó a desarrollar en su pecho, tomo forma de su recuerdos de esas noches angustiado en soledad de su dormitorio, abandonando el deseo de amar y a su mujer que desapareció en un callejón, por el mismo que paso años esperando volver a verla, esperando que alguien le dijera si había escuchado algo. Comenzó a correr, se decía que no podían estar muy lejos, solo habían pasado unos segundos.

Finalmente dio con un lugar lúgubre, un callejón sin salida ni ventanas que lo delaten, una tenue luz que tiritaba, al final de ese lugar el hombre golpeando al niño y tratando de quitarle la ropa.

-¿WEÓN QUE ESTAS HACIENDO?!!!- gritó recuperando el aire, pero no tuvo respuesta

-OYE, MIERDA, PARA- le seguía gritando mientras se acercaba, el tipo levanto la cara y sus rasgos eran los de un animal, no expresa sentimiento alguno, solo instinto animal, sintió que estaba en presencia de un eslabón perdido.

-Ayúdeme- dijo el niño mientras se escondía detrás de una caja

-Oiga, este no es su cacho, este es mi crió y weón esta muerto sino se va- finalmente habló el hombre, metiendo su mano en unos de sus bolsillos.

-No me voy a ir sin el niño, dime si quieres plata te la doy, pero deja que se vaya el chico-

-NO!- le grito, saco de su bolsillo una mariposa, que trato de maniobrar sin mucho éxito

-No, me vas intimidar con eso- respondió en un tono seco y seguro

-¿Si? Weón no sabí con quen te etai metiendo-

-Con un maricón que no se la puede con un hombre- y le sonrió

-¿Te creí mucho?-

-No, pero no me vas atacar y lo sabes, sí fuera de otra forma ya lo habrías hecho-

-¿Eso crei?- se balanceo contra su intruso, pero falló el movimiento. El hombre de la chaqueta de la flaqueza sacó fuerza y un solo golpe directo a la nariz, sintió como se destrozo el cartílago, el agresor quedo tendido en el piso sin hacer ningún tipo de ruido.

Pasaron unos minutos, lentamente el silencio producido por la confrontación quedaba devorado por el ruido de la calle y un leve llanto.

Se acercó al niño y le dio la mano, salto a sus piernas y se largo a llorar, le acaricio la cabeza. Tenía rasgos duros por los golpes, pero no habrá tenido más de siete años.

Él hombre lo tomó en brazos y se lo llevo diciendo “Tranquilo pequeño, ahora el viejo Marco no dejara que desaparezcas… no, ya no, porque me diste la oportunidad de sentir mi nombre otra vez”



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Sí, es cierto... nos perdemos en recuerdos y busquedas de sus propios ritmos, evaluamos las situaciones pensando que pudieramos dar con patrones.

Quizas el control nazca de su manejo, pero lo más sano es observar y dar saludos al pasado y quizas con ello no se deba nada.


Por eso siempre observo, sentado y encandilado por el día.









Hasta pronto



"Sin frases de elocuencia, solo de espera"