Caminaba hacia donde tenía que tomar la micro. Iba pensando en sus tareas (carrera, trabajo, amigos y alguna que otra cosa)
Sí le mirabas los ojos con atención veías siempre un tejo de insatisfacción y una luz de desconfianza, que siempre le servía de arma ante situaciones complicadas.
Aún así, camina sin prestar atención a nadie, a dejar que todo fuera como tuviera que ser, resignarse con lo que cada uno le tocaba.
Llego a la esquina y dobló a la izquierda, no pudo evitar fijar la mirada en unas piernas interminables y una mini diminuta, su mirada subió hasta unos pechos bien formados y duros, continúo hasta la garganta, donde no pudo evitar el asco al notar la manzana tan crecida y bien formada. Hizo una mueca de rechazó que fue respondida con una insinuación de la jovencita que lo hizo retroceder unos pasos y sin querer golpeó a un niño que estaba en el piso. Lloraba amargamente, con un respiro entrecortado, que más que pena tenía miedo… ese llanto solo podía significar eso… miedo.
Trató de ignorar la escena, pero el llanto lo llamaba, era como si le amarrara los pies. Trato de huir, pero un poco de responsabilidad y morbo lo empujaban.
Toco su hombro:
-¿Estas bien?- preguntaba mientras se sacaba los audífonos de los oídos
-No- respondió tratando de tragarse el llanto –no, no estoy bien- dijo finalmente
-¿Qué pasa?-
-Es que yo vendó bebidas en la calle, los pacos me quitaron las cosas- el llanto parece que iba explotar, pero aguanto –mi papá me va sacar la mierda-
El niño volvía a llorar, pero la única imagen que cruzaba su cabeza era la de un hombre levantando a esa pequeña figura a golpes. No sabía que exactamente responder:
-¿Te gusta vivir así?- así que solo cometió el error
-No, pero mis hermanos… sino es a mí, es a mis hermanos- sintió algo raro en esa mirada, que seco por un momento sus lagrimas.
Volvió a guardar silencio, esta vez pensó un poco más en la situación, se dio cuenta que no sabía que hacer. Normalmente estaba disconforme y en desacuerdo con todo, pero no daba soluciones, ahora que tenía la oportunidad de hacer algo no sabía que hacer.
-Toma- le dijo al niño, mientras tomaba todo el dinero de su billetera y se lo pasaba
-Gracias- le respondió apretando el billete de cinco mil pesos.
El niño se quedo tirado recuperando la compostura.
El muchacho tomó su billetera y la guardo en su bolsillo, mientras caminaba lo más rápido que podía. En su cabeza solo había una idea “que ese niño me haya mentido”.
Wednesday, March 11, 2009
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